( autor foto: Globovisión)
Hay que abrir el espacio aéreo, hay que volar, hay que viajar, hay que dejar de perder dinero… Hay que… ¡Ay!.
Mucha presión, muchos intereses distintos y una gran necesidad de restablecer el tráfico aéreo para evitar males mayores. Y los pilotos a cumplir con su obligación contractual, no queda otra. Los pasajeros sublevados y desesperados por coger su vuelo «exigen» sus derechos, pero se olvidan del fundamental: El Derecho a la vida, recogido en el artículo 3 de la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Todavía no se ha disipado totalmente la nube, pero ya han demostrado que «no pasa nada«. Así que volar vuelve a ser seguro. Pues nada, a volar. A recorrer mundo y a hacer negocios, y las tripulaciones a trabajar, los TMA’s a pasar la bayeta para limpiar el polvo, y todo el mundo feliz y contento.
Por mi parte creo que ya he hecho lo que sentía que tenía que hacer y decir, así que creo que sólo me resta una cosa que añadir, ahora es cuando habrá que extremar la precaución, y desear a todos los pilotos que sobrevuelen estas zonas, o que tengan que aterrizar con algún resto «despreciable» de cenizas, que no confien ciegamente en que los vuelos de prueba efectuados hayan demostrado que ya ha pasado el peligro, porque otros dicen que sí que pasa. A aquellos que han aportado sus procedimientos para refrescar ideas sobre un tema tan poco experimentado, reiterarles mi gratitud. Y a los que teneis que coger un avión, como trabajadores aéreos o como pasajeros, desearos un feliz vuelo.
Un par de videos y ¿colorín, colorado?… Creo sinceramente que este «cuento» no ha acabado.