Ultimamente el Ministerio de asuntos exteriores anda preocupado y ocupado con los tripulantes retenidos en Chad por una supuesta colaboración en el secuestro de 103 niños. Así lo cuenta hoy El Mundo.
Realmente es sorprendente la vulnerabilidad con la que nos enfrentamos día a día al desarrollar nuestro trabajo. Una vez más se pone de manifiesto lo fácil que es arremeter contra el más débil de la cadena.
Ayer por la tarde escuché en Onda Cero el programa de la Tarde con Julia (Otero) y, aunque no acusaron directamente al «comandante» del vuelo de su responsabilidad en el «affaire», dejaron siempre una siembra de «duda» en si conocía o no el «objetivo» de su vuelo. Puedo afirmar y afirmo, que sí que sabía que iba a buscar a niños de una ONG para trasladarlos a Francia. Ahí se acabó su información.
La tripulación de vuelo con el comandante como responsable de la seguridad del vuelo y de la planificación del mismo, conoce con anterioridad el «rol» o lista de embarque de los componentes de la expedición que ha «fletado» el vuelo a título de cálculos de peso y demás cuestiones técnicas. El control de identidad de los viajeros es responsabilidad de las autoridades propias del país de embarque. Así pues ningún piloto tiene mayor responsabilidad en la actuación previa de quienes han contratado el vuelo.
Cuando se programa un vuelo «charter» especial, con un grupo de personas determinado, es simplemente una labor comercial de la compañía operadora. Ni siquiera la empresa es responsable de garantizar las identidades presentadas a embarque, aunque el personal de facturación debe comprobar las mismas para evitar «suplantaciones» a la hora de facilitar la tarjeta de embarque. Y es más por motivos de seguridad que por otra razón.
La compañía también ha de solicitar los permisos de sobrevuelo de los paises a los que va a atravesar, recibir ayudas de navegación y permisos de aterrizaje y despegue en el aeropuerto correspondiente, abono de tasas y demás requisitos legales que afectan a la operación.
Así que, por favor, Doña Julia Otero, y quizás alguno más que haya dejado alguna duda en cuanto a la actuación de Girjet o de su tripulación, déjese de «aventurar» hipótesis de responsabilidades inexistentes en unos trabajadores de una empresa española, que por su actividad ha de acudir allá donde tiene una posibilidad de negocio. Ni los comerciales, ni la dirección de operaciones, ni mucho menos las azafatas ni los PILOTOS, son responsables de nada de lo que se les pueda acusar. Tampoco los periodistas que están también retenidos tienen otra razón de estar más que el haber sido enviados al sitio equivocado para intentar cubrir una noticia de carácter «supuestamente humanitario».
Ojalá el Ministerio que «sabiamente» gestiona el Sr. Moratinos, sea capaz de dar una pronta solución a un asunto del que el propio Gobierno francés se ha «desmarcado» en cuanto a responsabilidades.
Nota: La fotografía corresponde al Boeing 757, matrícula todavía Islandesa TF-LLZ, de Girjet. Creo que es el avión retenido, aunque no he podido confirmarlo.
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