El nombre no podía ser más adecuado a su «desproporción». Todo es tan enorme que para imaginarlo tenemos que hacerlo a escala, dosificando la ingesta de cifras que aparecen en Heraldo de Aragón: «32 casinos, 70 hoteles, 232 restaurantes, unos 500 comercios, un hipódromo, un campo de golf y varios parques de atracciones y museos. Creará 30.000 puestos de trabajo y prevé que atraiga a 25 millones de turistas en 2015». Todo esto y más será el parque de juego y ocio que se va a construir en los Monegros.
Ayer se hizo la presentación oficial del proyecto Gran Scala dando los datos de explotación previstos, las fases constructivas, los parques temáticos, etc., todo menos la ubicación exacta. Sigue manteniéndose la incógnita de la localización del complejo, es lógico, ya que la especulación con los terrenos que habrá que expropiar, acecha a los compradores. Una indiscrección en este sentido «revalorizaría» inmediatamente cualquier finca de secano que se pretenda «recalificar».
Me alegro por los habitantes de la zona que verán cómo sus tierras «yermas» adquieren de repente un alto valor económico. Tras siglos de lucha contra la pobreza productiva de sus tierras, sin regadíos, y sin posibilidades de desarrollo, han descubierto una mina que les va a «poner en casa». Ojalá no tengan que sufrir una nueva «Fiebre del Oro».
Imagino que los linces ya han ido «marcando» su territorio a lo largo de los últimos meses, comprando «discretamente», a través de intermediarios o sociedades interpuestas, una gran cantidad de hectáreas improductivas y a precio de «saldo». Pronto se irán destapando trapicheos, pelotazos y pelotacillos, informaciones «confidenciales» y cualquier otro tipo de actividades más o menos legales que siempre acompañan a este tipo de inversiones. ¿Quién será el primero que aparezca «pringado» en este negocio?. Auguro más de una sorpresa. Pero como todo esto es prácticamente ¿»inevitable»?, nos tenemos que conformar con la ilusión que genera tan colosal inversión.
Visto que la industria «escapa» hacia zonas más rentables (maldita deslocalización), que los regadíos no tienen «agua» para desarrollarse, que la I+D+I todavía no ha tenido el impulso que sería deseable en Aragón (¿Walqa?), que el turismo no es demasiado significativo en cuanto a atraer «clientes» a nuestras tierras (¿Dinópolis?), que las plataformas logísticas (PlaTea) o (PlaZa) tienen un «techo» de explotación determinado, habrá que admitir que lo del juego tiene pinta de ser el motor económico aragonés para los próximos decenios. ¡ Bienvenido sea !.
Cierto que se generarán muchos otros problemas cuyo planteamiento y resolución debe ser el «leitmotiv» de esta fase de estudio. Imagino que habrá que enviar «estudiosos» y técnicos a extraer consecuencias sobre el terreno, o sea que tendrán que darse una vuelta por las Vegas. (Y no precisamente a jugar). Así que no tenemos que asustarnos si algún político es «cazado» en un viaje a Nevada, seguramente habrá ido a «documentarse».
A nivel personal estoy convencido de que el proyecto traerá muchas ventajas a Aragón, algunos inconvenientes sin duda también, pero a largo plazo podemos aparecer de forma fija en todas las guías de turismo del mundo. Y eso por sí mismo, es muy buena noticia.
Lo que está claro es que atraerá bastante gente para instalarse en Zaragoza y alrededores. Aumentará el censo poblacional y el número de políticos.
Dinero parece que dejara bastante para las arcas públicas, ya se verá como lo invierten.
Será un gran cambio para el paisaje físico y social de Zaragoza, habrá que ir mentalizándose.
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