¡Eso es de perogrullo!. ¿Qué va a haber en un hayedo a parte de hayas?. Pues la verdad es que hay muchas más cosas. Hay luz, hay silencio, hay paz- mucha paz- hay hojas muertas y troncos caídos, hay sombras, hay fuentes, hay setas y hay VIDA.
A veces la prisa, el cansancio o el aburrimiento no nos dejan ver el bosque, como los propios árboles. Pero si te dejas mecer por la suave brisa que fluye entre los troncos, si aspiras el suave aroma del humus, la humedad del bosque y escuchas el susurro de las ramas frotando sus hojas como para darse calor, encuentras algo que habías perdido antes de encontrarlo escondido entre el follaje y las ramas secas. Te encuentras contigo mismo. ¡Que no es poco!.
Lamia, de nada, Chopin me lo ugirió alguien en sus posts… y las fotos me las regaló un hayedo en el Moncayo. el resto es cosa del lector y del oyente… 😉
Suco, realmente la primavera es el resurgir de la naturalez y el otoño invita más al recogimiento y la chimenea. Pero a pesar de todo la imagen y los olores del bosque otoñal son incomparables. Todas las épocas son bonitas en la naturaleza, incluso el invierno. Pero ya sé que tu eres excursionista y no tengo por qué venderte el campo. ¿verdad?.
¡Gracias! Por las fotos y por la música.
Todos los bosques esconden pequeños, pero a su vez hermosos, rincones con los que deleitarnos la vista. Sobretodo en primavera es el mejor momento del año para salir, y disfrutar de la naturaleza en todo su esplendor.
jubi, me alegro de haberte recordado a la familia de jabalíes. Un abrazo.
Preciosas fotos, pero en ocasiones también hay jabalíes. Te imaginas un grupo de 10 ó 12 personas tratando de buscar las mejores sombras y una familia de jabalíes pastando con sus crias?
Alguien dijo en voz baja «No hagáis ningún ruido, quedaros inmóviles…»
Todos quietos, los jabatos asombrados, fueron unos 15 segundos de intranquilidad, pero los animales nos dieron la espalda y se marcharon a otros pastos, nadie se atrevió a seguirlos, estaban con sus crias y podían haber reaccionado en su defensa.
Saludos