Voy a contar una historia «ficticia», así que cualquier parecido con la realidad tiene que ser por culpa de la realidad.
Erase un padre recién enviado al paro. El pobre hombre había trabajado toda la vida para darle a su familia todo aquello que podía y más, por lo que cuanto más trabajaba más necesidades se generaban. Quería que su mujer y sus hijos disfrutaran plenamente de la vida y poco a poco habían alcanzado un nivel de gasto que disipaba mes a mes un sueldo que desde la crisis se había hecho insuficiente.
No importaba mucho, porque seguía teniendo trabajo y unos ahorrillos con los que «aguantar el tirón», ¡ya vendrán tiempos mejores! pensaba… Pero los tiempos se empeñaban en dilatarse, y progresivamente fue consumiendo sus reservas pagando facturas; la hipoteca del apartamento en la playa, el tercer coche para los niños, el club de golf con spa, y cuatro cositas de nada a las que se habían hecho adictos todos. El mismo tenía ciertas rutinas normales, los jueves partida con los amigos y comida homenaje, unas quinielas que les ayudaran a hacerse ricos, los viernes cena y copas, y el finde a la playa para sacarle partido al apartamento.
La mujer no gastaba demasiado, pero «necesitaba» alguna pequeña atención personal que le llevaba al gimnasio algún día suelto, algo de masajes tonificantes, alguna cremita para esas arrugas tan detestables, algún que otro café con las amigas de toda la vida y muy de vez en cuando algo de ropa nueva para renovar el fondo de armario. Nada del otro mundo, era una buena ama de casa que administraba holgadamente los ingresos del núcleo familiar.
Los chicos eran bien majos, estudiantes, implicados con el mundo real y conocedores de la mala situación por la que atravesaba el país, pero a ellos no les había llegado la crisis gracias a su «privilegiada» situación familiar. Solían estar al tanto de las novedades informáticas, y pronto iban a cambiar el «anticuado» portátil del año pasado por un nuevo apple, la tablet se les estaba quedando ya un poco off-time, sin duda que sin una Ipad eran incapaces de sobrevivir en un mundo donde la comunicación con su entorno era vital durante 24 horas al día. El coche compartido era un «coñazo» así que mejor tener uno cada uno, y no depender de pequeños imprevistos surgidos tras un SMS… tengo que salir. Alguna salida de «fiesta», papá que el coche no tiene gasolina, mamá ¿has planchado los vaqueros nuevos?, déjame 20 € que no tengo suelto, para el taxi que me han dejado sin coche… Una familia normal.
El día que su padre volvió de «enrolarse» al INEM hubo reunión familiar, consejo de familia, para determinar el nuevo módulo de renta per cápita. Ya no había reservas y los ingresos durante los siguientes dos años de la prestación por paro eran ridículos comparados con los habituales. Había que restringir algunos gastos.
Yo doy de baja el club de golf, pues yo me olvido del spa, yo me quedo con el viejo pc, de vez en cuando cogeré el BUS, mi ropa aguanta todavía una temporada… ¿alquilamos el apartamento?, no que lo destrozan y nadie nos garantiza que paguen el alquiler, bueno pues iremos una vez al mes como mucho porque la gasolina está que no para de subir. Todos de acuerdo y unidos para tirar p’alante. El hombre estaba orgulloso de todos ellos, tenía una familia fantástica a la que quería y pronto saldría del bache y les volvería a ofrecer esas pequeñas cosas tan importantes para su felicidad. Pero… pasaron los meses, no había trabajo para él, ni para otros seis millones de personas, el período de paro se iba consumiendo y volvió a reunir a la familia ante una más que previsible quiebra familiar.
Tenemos que tomar medidas drásticas queridos, sabeis que se me acaba el paro en tres meses, a pesar de mi constante búsqueda de trabajo no hay por ahora nada concreto así que quiero plantearos un plan de acción que he estado analizando durante este tiempo: tenemos que vender el apartamento, sé que no es buena época y que lo vendemos por debajo del precio de compra, pero evitamos la hipoteca y saldamos la deuda. Sólo mantendremos un coche, el pequeño para todos y nos ahorramos los seguros y el mantenimiento, así como el gasto en combustible, nada de tarifas planas y a partir de ahora el móvil sólo para emergencias. Vamos a desprendernos de la asistenta, y todos a colaborar en las tareas domésticas, los sábados zafarrancho y colada, y la paga hay que reducirla un 20 %, nada de luces encendidas durante el día, la calefacción a 20º, el aire acondicionado este verano a 25º, y las duchas para lavar y aclarar… El vestuario que tenemos todos es suficiente así que a cuidar la ropa, y desde ahora cualquier compra que sea necesaria y a ser posible nada de marcas de prestigio. Cariño tú estás guapa de cualquier manera, así que por favor una crema hidratante y algo de maquillaje, hemos pensado que las cenas con los amigos las iremos haciendo en nuestras casas, así que te pido un poco más de esfuerzo ya que no podemos continuar cenando fuera… Y yo voy a dejar de fumar…
En fin, una familia estupenda. Hoy el pobre hombre se ha levantado de la cama y antes de afeitarse ha visto la cocina llena de vajilla sucia desparramada por la encimera, el baño estaba lleno de jabón y restos de pelos en la bañera, el salón le ha recibido con una serie de pancartas de lado a lado: «TENEMOS DERECHO A UNA VIDA MEJOR», «NOSOTROS SOMOS LAS VICTIMAS DE TU FRACASO», «¡ESTAMOS EN HUELGA!», «NO SOMOS ESCLAVOS DE NUESTRO PADRE», «LIBERTAD PARA LAS MUJERES OPRIMIDAS POR SUS MARIDOS»… y en el recibidor de casa se ha encontrado con una manifestación legal, pactada por su familia, y con pitos y slogans con banderitas… Ha abierto la puerta y se ha ido al INEM a ver si había curro…
Sin quitarte la razón de fondo, hay aspectos de la reforma laboral que no comparto porque van a provocar abusos predecibles. La pobreza siempre se reparte de forma equitativa mientras que la riqueza se concentra en los mismos círculos de poder.
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