Estamos anclados en los últimos puestos de los países de la OCDE en cuanto a educación (formación) se refiere. Unos índices que miden entre otras cosas el razonamiento lógico-matemático, la comprensión lectora y las ciencias… y que nos sitúan de manera pertinaz en una posición muy por debajo de lo que tendríamos que aspirar a estar. Es lo que dice el último informe PISA.
Siempre he estado convencido de que la Educación Primaria es la base de la que partir para crear «afición» por aprender, por querer saber más, por tratar de llegar a CONOCER aquello que nos rodea, y en definitiva a desarrollarnos como personas por medio del continuo aprendizaje.
Pero nuestros escolares son «cobayas» de una serie de Leyes de Educación que han llevado a que los propios MAESTROS sean a su vez víctimas de éstas, y que su propia formación sea tan deficiente que no les dé para más…
La comprensión lectora no se gana tan solo leyendo mucho, sino sabiendo el origen de nuestra propia lengua, la etimología de las palabras y sus raíces en el Latín y el Griego. La lógica, el razonamiento matemático, la capacidad de análisis y síntesis, pasan por tener una formación filosófica más o menos básica, en la que las proposiciones lógicas (Aristotélicas) se hayan analizado y se hayan extraído conclusiones. El análisis gramatical, los silogismos, las tautologías, deben ir de la mano del docente para que sus alumnos desarrollen esas capacidades de manera que de adultos sean capaces de establecerlas por sí mismos, y llegar a descubrir nuevas interpretaciones para antiguas dudas.
Aborrezco la expresión de «yo es que soy de letras (o de ciencias)». No somos de nada, sino sencillamente tenemos unas capacidades innatas más o menos tendentes a una forma de interpretar o de razonar, pero que no son excluyentes del otro lóbulo cerebral. Precisamente en la formación inicial se trata de aunar (armonizar) esas capacidades tratando de desarrollarlas de manera que nuestro pensamiento sea capaz de ir de un lado a otro sin saltos bruscos, sin incertidumbres irresolubles y entrenarlo para que el saber entre a través de cualquier resquicio que le dejemos abierto.
La docencia es una forma de sentir y de ser, de creer que educar es crear nuevas mentes abiertas al saber, de confiar en que esa labor es trascendente para los individuos y para la sociedad en su conjunto y que no es tan solo una forma de ganarse la vida, sino que es dar la vida a cambio de que nuestros alumnos consigan una mejor.
Mientras tanto seguiremos asistiendo a más reformas educativas, centradas en postulados políticos, en la enajenación de las masas, en la igualdad de la mediocridad extendida a todos, en la globalización de la estulticia y la falta de criterio, porque lo que de verdad importa no es la educación, sino la Ley de educación.