Las jardineras en aviación nada tienen que ver con las flores, sino que son los autobuses utilizados para el transporte de pasajeros dentro de las plataformas de los aeropuertos.
En los principios de Air Nostrum la compañía no disponía de dichos vehículos, así que los pocos aviones que operaban solían aparcarse próximos a la terminal y el pasaje recorría el trayecto a pie. Si bien no era un largo paseo, en según qué condiciones no era muy recomendable. Había momentos en que la proximidad no bastaba para que los usuarios no llegasen un poco húmedos a recoger el equipaje. O sea que si llovía se mojaban.
En esas circunstancias el correspondiente jefe de escala solicitaba a la dirección permiso para alquilar el servicio de transporte a cualquier compañía que pudiese suministrarlo. Por entonces solía ser Iberia, aunque el alquiler era tan caro que facilmente se comprenderá que en muchas ocasiones no se autorizaba el alquiler.
Todo cambió radicalmente cuando entre el pasaje que llevábamos a Menorca iba el consejero delegado de la compañía junto a su esposa. A la llegada al aeropuerto de Mahón caía un chubasco fuerte, de los de tres dedos de agua sobre el asfalto, así que siguiendo la política de economía de gastos, tuvieron que «nadar» hasta la terminal.
¡Bendito chaparrón! a partir de ese día se fueron comprando autobuses, un poco ajados, pero que evitaron a muchos pasajeros coger catarros.