Jota deconstruída

«Berna se escribe con Jota» es el espectáculo que está pudiendo disfrutarse en el Teatro Principal de Zaragoza (hasta el día 18).

Ver lo que sale de la cabeza de este auténtico monstruo de la coreografía y disfrutar de una plasticidad extraordinaria, es un auténtico juego de sensaciones.

Ayer tuve una vez más la gran suerte de estar ahí, frente por frente, a mis más remotos orígenes aragoneses. Desde el mudéjar, a la jota de plaza, a la rondadera o a una jota de Calanda que trae recuerdos de Buñuel… para acabar sintiendo a Labordeta como una parte más de un pueblo que manifiesta su ser a través del flolklore.

El mismo Berna reniega del baturrismo, de la exaltación de una jota que se había ido quedando rancia a base de tópicos y de inmovilismo. Desde el Somerondón aquí, ha habido un cambio de expresión en la forma de planterse un espectáculo jotero. Aquel grupo universitario, comenzó con una labor impagable, recuperando y salvando de la extinción algunos bailes, instrumentos y trajes de verdad «tradicionales».  Luego los grupos joteros siguieron esa senda y se ganó en pureza de estilo, de vestuario y se comenzó una pequeña transición hacia la innovación. Empezaron a apuntar muestras aisladas de un baile más moderno, donde el ballet aportó nuevos caminos que recorrer.

Ahora Berna ha llegado a la deconstrucción total de la jota, universal en cuanto a un ritmo que se baila en todo el mundo, y único por surgir de un pueblo muy particular. La jota es el flklore más representativo de España, porque se baila, adaptada, en todas las comunidades que conforman nuestro país y por eso todos la entendemos.

Y siempre ha habido quienes han recorrido y absorbido todo lo que había y les sabía a poco. Eso le ha ocurrido a este  innovador al que todavía no se le ha dado la importancia que tendrá de cara al futuro de la JOTA. En su espectáculo de ayer, intodujo sus formas, su concepción de lo que tanto ama, en un grupo de joteros extraordinario, NOBLEZA BATURRA, y dieron buena muestra de cómo adaptar lo popular a una forma más elevada de arte escénico, sin perder ni un ápice de su pureza esencial.

Los músicos que les acompañan, merecen una mención aparte, sencillamente grandes maestros. Escuchar «la jota del carrico» interpretada con un óboe y descubrir que la jota tiene «soul» o alma de blues, es como poco para no olvidarse nunca. El artista de pulso y púa, con bandurria, laúd y virtuosismo sacaba notas y más notas de cada cuerda, los guitarras soberbios, la percusión y el bajo también sublimes. Y las voces de los cantadores bien timbradas, moduladas y sin vibratos temblorosos en su interpretación. Todos ellos estuvieron a la grandísima altura del espectáculo.

Y de Berna casi no quiero decir nada más, salvo que mover todo el cuerpo a un ritmo frenético de sus pies, sin que la cabeza se mueva ni un milímetro en el espacio, que tocar unas castañuelas marcando ritmos imposibles y sonoridades que pasan del grave al agudo con un brusco salto sin apenas nada más que una mano maestra, es algo que por sí solo ya justificaría un puesto en lo más grande de la jota, y del arte universal.

Decir que la jota ha encontrado su destino es muy poco, porque a partir de Berna cualquier cosa ya es posible.

Acerca de Carlos

Expiloto de líneas Aéreas, aficionado a las artes: Pintura, Literatura, Música, Fotografía, con ganas de divulgar aquello que he vivido a lo largo de mi experiencia profesional y humana..

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