En los años sesenta-setenta las familias solían tener entre sus formas de entretenimiento los famosísimos Juegos Reunidos Geyper, las barajas de familias, y por supuesto una baraja española, con la que se jugaba al cinquillo, la pocha, el tute o un «guiñote» entre padres e hijos o con amigos y primos.
Los de Geyper reunían en un estuche un montón de juegos de mesa tradicionales y algunos otros de los que no éramos capaces de entender las instrucciones tal como se daban, y que acababan jugándose adaptados al criterio de cada grupo, haciendo imposible seguir todos el mismo criterio, y dando lugar a no pocas controversias en su aplicación.
Recuedo que para alguno de ellos había un accesorio en forma de trompo giratorio (ruleta) en la que aparecían opciones del tipo: todos pierden, todos ganan, pierdes turno, etc… y nos pasábamos horas y horas jugando con esa ruleta caprichosa que servía para más de un juego.
En el Gobierno da la impresión de que tienen una colección de Geyper original (es decir clásica) pero del tamaño más grande de los disponibles, y que van heredando los ocupantes del hemiciclo para entretener el rato, mientras consolidan su «jubilación» al 100 % de manera entretenida, hasta que les salga lo de vuelva a la casilla de salida, o caigan en la prisión por «prevaricación» o se hayan pasado construyendo en las casillas recalificadas del monopoly… claro que con dinero de la banca real y de curso legal.
Lástima que ellos se lo toman como un juego, mientras los demás intentamos descubrir cómo tenemos que jugar y, entre que los dados no acompañan, la ruleta insiste en que perdamos turno, y el maldito puente se nos hunde cuando estamos pasando por encima de las ocas, acabamos enfurruñados y perdiendo en todas las partidas que intentamos jugar correctamente.
Sin embargo parecería que a los gobernantes de nuestro país, esa misma ruleta les sonriera siempre con el TODOS GANAN. No sólo una vez y otra, sino siempre.
Acaban de celebrarse elecciones primarias en distintas comunidades (algo casi novedoso por estos lares), siendo la de Madrid la que más realce ha tenido ¿lógicamente?, dado que se jugaba la partida más «fuerte» y las apuestas estaban muy altas. Al final salió un nombre del bombo (de la urna) y ganó uno que parece que pasaba por allí de rondón. Un tal Tomás Gómez que tan pronto estaba en el tablero de la oca, como corriendo la gran carrera, o dándole a la ruletilla de marras, mientras que la divina, ungida por la mano de los dioses del Olimpo, La Trini, se quitaba la chupa de cuero para aliviarse del sofoco que le produjo quedarse a una tirada de entrar en el lago de los cisnes… Y sin embargo ¡todos han ganado!, la democracia, el PSOE, la oposición, las bases, y el cojo manteca.
Pero hay uno que era el más listo de la clase, que se sabía las reglas de estos juegos inocentes y sale diciendo QUE NO, que sólo ha ganado uno, y les ha enseñado el libro de instrucciones a todos: Veis, aquí pone que gana el que llega primero y los demás pierden… ¡sencillo!.
Claro que Alfonso Guerra es mucho «Arfonzo» para estos y para otros, incluído yo mismo. Será lo que sea, caerá como caiga, pero de tonto no tiene ni un solo pelo en la epidermis. Aún es más, yo diría que es brillante y se dedicó durante muchos años a hacer alta política, y creo que además siendo muy coherente con sus ideas, tanto que hizo mutis por el foro cuando el juego empezó a estar amañado.
Ha tenido que salir una persona a decirles lo básico de un juego, quién gana y cuándo. Y a partir de ahí invitarles a que sigan jugando según las reglas del juego. Pero siguen siendo como niños, juegan sin entender nada del manual de instrucciones, discutiendo con cada tirada, haciendo trampas y poniendo excusas de «seño, ¡yo no he sido!…»
Ha ganado Gómez y ha perdido Jiménez. Han ganado los que le votaron a él y han perdido los que apoyaron y votaron por ella, o sea ZP, Pepiño y Rubalcaba (el triunvirato más poderoso del partido), que además siempre juegan siendo la banca y ahora, como vulgarmente se dice, ¡a mamarla a Parla!, de donde el gandor casualmente fué su alcalde.
Y siendo las cosas como son, y estando los ganadores donde están y los perdedores detrás, sólo falta que se confirme lo que siempre ha sido en el juego, los que ganan eligen con quien seguir jugando y es posible que más de uno se quede fuera del tablero, por mucho que digan que son del mismo equipo. Yo que soy muy mal pensado, nunca me fiaría de su lealtad.
En fin, me voy a dar una vueltcita por el tablero de ajedrez a ver quien está a punto de hacer Jaque mate, y ellos que sigan dando vueltas a la ruletilla a ver si esta vez les toca pierde turno. Por cierto, ¿alguno tiene el abuelo esquimal?… 😉