La frontera del ruido

(foto de Aerovlas)

El ruido no tiene fronteras, ni alambradas que lo retengan, porque el sonido se desplaza en forma de ondas de manera omnidireccional. Claro que según quienes «manipulan» una noticia (eco de sociedad), se intenta demostrar que el ruido afecta más a un barrio «de honrados trabajadores» que al de al lado, «presuntamente» poblado por ricos…

La noticia de ayer en el Heraldo «aisla» de la afectación sonora a ese barrio de casitas adosadas, pequeños o grandes chalets, y en el que los servicios ciudadanos están fuera de la preocupación municipal, puesto que no hay viviendas de Protección Oficial en Montecanal. Hacen hincapié en que Valdespartera y Rosales (Valdefierro incluso), sufren el ataque del ruido de manera selectiva y que les han hecho víctimas de lo que ya advertí hace muchísimo tiempo en varios artículos, construyendo esos barrios justo debajo de la zona de aproximación instrumental a la pista 30 R de Zaragoza.

Hablé incluso de alguna solución para minimizar el estruendo, pero en palacio las cosas van despacio. Es algo contra lo que dificilmente se puede hacer nada práctico.

Mi queja hoy es contra los informadores, que le hacen un flaco favor a la independencia informativa, ignorando y poniendo el acento en la parte y no en el todo. La Ecociudad de Valdespartera es una aberración urbanística desde el momento en que se parió. No por el cómo sino dónde. Ha sido una elección del lugar poco acertada porque el aeropuerto estaba ahí, porque las patrullas del Ejército del Aire están operando en la Base Aérea, y porque el mapa del ruido estaba perfectamente definido desde siempre.

Un avión comercial actual, apenas hace algo de ruido por mucho que se separe de la aproximación instrumental. (Los motores suelen ir casi al ralenti). Sin embargo los cazas tienen que volar con suficiente potencia como para generar sustentación a baja velocidad, cuestión de diseño, y las turbinas que llevan para poder superar la velocidad del sonido no están diseñadas para que en combate se tengan que preocupar de si hacen ruido o no.

Los comentarios del artículo del Heraldo demuestran una vez más el desconocimiento de lo que es la aviación -civil o militar- por parte de la sociedad. Leer que los cazas están por ahí dándose un garbeo, haciendo el chorras y gastando dinero del contribuyente es de una imbecilidad supina. El Ejército del Aire, nos guste o no, tiene con sus escuadrones de vigilancia aérea la obligación de vigilar el espacio aéreo español, de defender nuestras fronteras y evitar que seamos invadidos o atacados por cualquier descerebrado al que se le ocurra darse ese «garbeo» con peores intenciones que las de nuestros militares. No señores, ellos están ahí para protegernos, si les dejamos, y tal como andan las cosas por el Magreb (que por cierto en caza está a unos 20 minutos de distancia), no es como para dejar la puerta abierta de par en par.

Los aviones hacen ruido, claro que sí (si no es que tienen parados los motores). Pero los que han medrado, hecho apología del barrio social, dado bombo y platillo a un modelo urbano afectado (viciado) desde el principio, son otros, no nuestros pilotos militares. Tampoco los civiles que se limitan a dar un servicio laboral para que un viajero llegue a su destino de manera segura, eficiente y regular, obligados a recortar el tiempo de vuelo al máximo para economizar tiempo y dinero.

Pues eso, que la culpa del ruido no es del aeropuerto, ni de los aviones, sino de quienes han permitido y potenciado construir en esa parte propia de ellos. El resto es populismo cutre, ponerse del lado del más débil por ponerse, y dorar la píldora a los gamberros que ocupan sillones oficiales y firman y se hacen fotos al inaugurar un barrio de viviendas sociales. Mientras tanto a Montecanal ignorarlo totalmente, como si los tímpanos de sus vecinos fueran menos sensibles a los decibelios.

Al final lo de siempre que habrá mucho ruido y de nueces ni una…

Acerca de Carlos

Expiloto de líneas Aéreas, aficionado a las artes: Pintura, Literatura, Música, Fotografía, con ganas de divulgar aquello que he vivido a lo largo de mi experiencia profesional y humana..

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