La muerte no es digna, porque la dignidad es exclusiva del ser humano, y sólo a él se podrá atribuir una cualidad propia de su naturaleza. Es la persona que se enfrenta a su propia muerte la que decide cómo encararla y cómo pretende y entiende esa dignidad íntima.
Ver sufrir a un ser querido, al que le desearías evitar el sufrimiento, te hace reflexionar en la fragilidad humana, en esa lucha perdida desde que naces contra el inexorable final. Nadie podemos elegir cuándo ni cómo, pero tenemos la certeza de que eso ocurrirá, y todos a lo largo de nuestra vida habremos considerado diferentes finales adecuados a nuestra propia forma de entender la misma.
Ayer visité a un enfermo, muy querido, y ví en su mirada dignidad. Tiene todavía fuerza suficiente como para agarrarse a la vida, día tras día, luchando contrarreloj por alargar esos momentos de felicidad que se ven tan cerca y que parecen escaparse entre los dedos, afilados y cetrinos, cada vez más deprisa.
La vida es color y música, pero la muerte es blanca y muda y no admite razonamientos.
No pretendo abrir un debate sobre este tema, que considero individual y propio de cada conciencia, porque sobre ello es casi imposible llegar a conclusiones definitivas, y mucho menos a llegar a saber cómo «nos gustaría» afrontar esos últimos instantes. Sólo quería dedicar este pequeño artículo a quienes están ahí sufriendo y luchando por mantener la DIGNIDAD siempre.
Sofi, desgraciadamente no se recuperará. Aún conseva esperanzas en su recuperación, que no llegará nunca.
Es mi primo, que además es lo que todo el mundo definiría como una buenísima persona. Y a pesar de todo mantiene la dignidad intacta.
Creo que las personas llegan a esa parte final, son conscientes de que se acaba su tiempo. Tú misma hablaste de la visita de J.L. a su Bernarda, quería absorber de ella su aroma, pero seguramente quería absorber su espíritu, todo el que había puesto con ilusión en ella, y recuperar las sensaciones vividas contigo…
Sea como sea, cada uno lo afronta a su manera, y creo que de manera sutil se intentan despedir de la gente que quieren sin hacerles sufrir más por ellos. Me da la impresión que hacen ese último sacrificio para ahorrarnos parte del dolor que nos produzca su muerte, y se marchan en paz, dejando además paz en nosotros.
Un beso muy fuerte.
Lo malo es que no podemos elegir ni el tiempo ni la manera de afrontar la muerte. El destino puede hacernos entrar en un coma profundo que nos prive de realizar el último deseo: despedirnos de los seres queridos y saber que nos estamos muriendo. Mi madre siempre decía que le pedía a Dios que no la cruzara en una cama en los últimos momentos, y murió de repente, sin enterarse.Seguro que a José Luis le hubiera gustado saber que se estaba muriendo para decirme por última vez algo que me dijo muchas veces durante su estancia en el hospital, que me quería muchísimo y era enormemente feliz a mi lado. Días antes me lo había demostrado, en la UCI, cuando fue capaz de conseguir una rosa para mí el día de nuestra boda. Seguro que le hubiera gustado saber que era la última rosa.
espero que ese enfermo tan querido para tí, se recupere pronto. Te lo deseo de verdad. Un abrazo