La etapa de mañana del Tour sigue siendo de montaña pirenaica. Recorrerá la parte oriental y tiene dos puertos más que considerables después de quince etapas demoledoras.
Ayer falto muy poquito para que un asturiano, Carlos Barredo, consiguiera llegar primero a la meta, y se dió un palizón inconmesurable, dejándonos con la miel en los labios en la pancarta del último kilómetro. Pero nos hizo gozar e intentar empujarle en la bici a ver si podíamos ayudarle. Una pena y también un gran trabajo el que hizo, aunque no tuviese la recompensa que hubiéramos querido.
A ver cómo les salen mañana las cosas en la montaña. Sin embargo España, que había sido siempre cuna de grandísimos escaladores, ha cambiado la forma de interpretar estas carreras. Ahora, desde hace mucho tiempo, ganar una gran vuelta requiere de más cualidades que sólo subir bien en montaña. Hay que ser completo, rodar en llano y no perderse opciones en los sprints, hacer muy buenas contrarreloj, y además ser muy fuerte en montaña, aunque no se sea escalador puro.
Revisando la clasificación general a día de hoy sorprende ver la bandera española entre los primeros puestos individuales en la general, en la regularidad y sin embargo está ausente en la de montaña. Pero no importa, el líder actual y ojalá que ganador es español, el tercero también y en la regularidad también está presente. Una escapadita de un español hoy podría completar el cuadro de honor en todas las categorías… ¡Allez spagnoles!
Jubi de Bahamontes, Ocaña, Perico Delgado, Indurain y nuestro inolvidable Escartín. se han escrito muchas páginas y todos han realizado grandes gestas.
Y alguna que otra anécdota curiosa, como esta de que se paró a tomarse unos helados a mitad de etapa… era poderoso y sencillo.
http://www.marca.com/2009/06/30/ciclismo/1246386934.html
Cuando se habla de la montaña, siempre me viene a la memoria el nombre, o mejor dicho el segundo apellido de Federico Martín Bahamontes.
Se cuenta que en la Vuelta a Asturias del año 1953, se empezó a hablar de él con más contundencia al conquistar el Gran Premio de la Montaña. El vencedor absoluto de la prueba fue el malogrado mallorquín Antonio Gelabert. Es bueno que se sepa que Bahamontes, al no contar con medios económicos suficientes -sólo 100 pesetas-, se trasladó en bicicleta a las tierras del norte, recorriendo 700 kilómetros en tres días para poder participar en aquella competición. Lo hizo con otros animosos compañeros. Un hecho inaudito. El ciclismo de aquel entonces era una actividad poco considerada y los ciclistas un tanto modestos se veían obligados a hacer esa clase de locuras. Viajaban montados en su bicicleta y luego competían. Son hechos que enaltecen a los héroes.
Hoy en día hasta en los camiones tienen ducha.