Las obras públicas

Cuando estudiábamos literatura, en el antiguo bachillerato, nos definían una obra teatral o literaria, de tal forma que se distinguían tres grandes apartados en la estructura:

a)- Presentación, b) – Nudo o conflicto y c) – Desenlace

Extrapolando esta idea a las obras civiles del Ayuntamiento zaragozí (que también fué Taifa musulmana), también se hacen con una estructura literaria. Nos las presentan a bombo y platillo, les dan la forma más bonita posible para que los ciudadanos nos sintamos atraídos por algo que no nos hubieramos planteado realizar por nuestra escasez de imaginación y miras de lo que estamos necesitando sin saberlo. Ahí el Ayuntamiento no se anda con menudencias, echa la casa por la ventana del consistorio, y utiliza todo un arsenal de herramientas de difusión masiva que acaban por concitar la atención de todos nosotros.

Inicadas las obras se ha llegado al nudo y al conflicto. Un conflicto que ya existía en los despachos, en las reuniones, pero que había sido soslayado y nunca se sabe de las intrigas palaciegas que quedan para unos cuantos «iniciados» en la materia, para los consejeros, la ¿oposición? de algunos, y la firma de los contratos en que estas decisiones político-económicas  se traducen a un lenguaje formal, lleno de claúsulas, garantías, plazos de ejecución y presupuestos… Pero todo ello en la oscuridad de la burocracia, en la que sólo hay taquígrafos, y una tenue luz enfocada a la zona de rúbrica de los contratos millonarios.

Una vez que empieza la función, poco a poco los focos van iluminando determinadas partes oscuras de la obra, se deriva hacia nuevos conflictos y sobre todo ya no hay quien lo pare, porque entramos en la disyuntiva de paralizar las obras o apechugar con la que nos ha caído encima. Aquí solemos apechugar con todo, y nuestros políticos lo saben, así que se aplican lo de: «Chufla, chufla, ¡como no te apartes tú!«.

El desenlace siempre es parecido, se corta la cinta, se hacen las fotos y se inaugura la obra con la satisfacción del deber cumplido. Placa conmemorativa del insigne alcalde que hizo posible una gran obra, inmortalizado en los periódicos y televisiones, y a seguir firmando proyectos que siempre serán cuestionados por unos «locos» que siempre se oponen al progreso y desarrollo de una ciudad que se merece lo mejor, aunque no lo entendamos.

Ayer os hablaba de la draga del Ebro. Hoy os ofrezco la posibilidad de saber «de primera mano» lo que se coció en parte cuando se comenzó a hablar de la Expo, del dragado, del Azud y del caso que se hizo a los científicos a los que se les pidió «opinión». Más que opinión lo que se les pedía era apoyo para justificar favorablemente ciertos disparates. Pero la opinión de la gente libre casualmente no suele coincidir con determinados intereses…

Esta es la opinión de un científico, que me hace estas reflexiones al artículo referido, argumentada y humanizada, de lo que es un uso adecuado del agua, y de lo que se debería difundir a nivel globlal desde la Fundación Nueva Cultura del Agua.

» … Hacer navegable un tramo concreto de un río mediterráneo como el Ebro, elevando la lámina desde el azud hasta la Expo, no se podía  improvisar en dos semanas, como se hizo; por eso resultó un fracaso; la lámina apenas rebasa el Puente de Hierro; al resto no le ha afectado la subida de nivel provocada por el azud.

Lo mismo se puede decir de una operación de dragado, que necesita conocer previamente la dinámica de los cantos del fondo en diferentes situaciones de caudal, y eso se hace con trazadores radioactivos  y en base al seguimiento de diferentes riadas durante varios años. De lo contrario es una actuación cuya eficacia puede durar nada, de riada a riada, como así está ocurriendo

Gentes como tu y como yo tendemos a creer que las cosas deben ser planteadas con un mínimo de rigor científico, pero en política no se gobierna así, porque los políticos creen que la ciencia es teoría pura, cuando es experiencia acumulada y razonada . Ocurre también que con frecuencia, incluso la ciencia, nos fijamos en los efectos y no en las causas.

Si el Ebro en verano a su paso por Zaragoza no es navegable ni siquiera para los kayaks, no es porque el fondo esté demasiado alto y haya que rebajarlo, que le falte calado al río, sino porque deja de bajar agua. Arañando el lecho no bajará más agua. Y ese es, en verdad, el problema; el río tienen sed; lo que le falta es agua.

Si pensamos en las detracciones que se le hacen en verano en el Najerilla para los riegos, las del Iregua, Cidacos, Alhama, Huecha, Huerva, Ega, Arga y Arbas, y las que se le hacen en el eje principal entre Logroño y Zaragoza, veremos dónde está el problema: Se trata de los 3 m3/s de Mendavia, los 30 m3/s de Lodosa, los 12 m3/s del Canal de Tauste, los 33 m3/s de El Bocal para el Imperial. Pero es que aún hay más proyectos de nuevos regadíos en ese tramo. El problema es la falta de caudal, y eso sólo se soluciona detrayendo menos agua en verano, o regulando el río de otra manera, con otras prioridades.

Hay una parte de tu artículo en la que hablas de «necesidad», y de agua «escasa». Son términos imprecisos que hay que definir antes con un mínimo de  rigor y consenso, pues de lo contrario no sabemos de qué estamos hablando ¿Qué es necesidad? ¿Qué es escasez?  No es lo mismo necesidad que morro, ni escasez que apetencia.

El agua no es escasa ni  abundante, es la que es, y a esa realidad es a la que hay adaptar nuestras necesidades. ¿Es la atmósfera escasa porque no nos admite ya  más CFC´s ni otros gases de efecto invernadero? ¿Podremos decir que la Tierra es escasa cuando seamos 25.000 millones de habitantes? Tendremos que decir que hemos sido (…) llegando a esa situación.

¿Acaso está desequilibrada la Tierra porque haya el doble de superficie oceánica que continental? La Tierra es la que es. Podemos intervenir en ella a través de la tecnología, pero en el sentido de su dinámica y no a contrapelo; al menos no más allá de un límite Y ese límite lo estamos sobrepasando en multitud de frentes.

Lo que en verdad no es escasa, sino que es excesiva e insaciable, es la codicia humana. Y eso sólo se controla con la moderación, que ya predicaba Arístóteles, que veía en ese pecado humano, en la codicia y en la falta de moderación,  la razón por la que nunca alcanzaría a construir la sociedad perfecta. ¡Vete tu a decirles a un alcalde y compañía que sean moderados en sus afanes, codicias e intereses, los conocidos y desconocidos!

Si hubiera habido en ellos un mínimo de sensibilidad hacia lo que es el bienestar humano, se habrían interesado a la hora de gestionar el Ebro, a su paso por Zaragoza, en la filosofía de la fluviofelidad, y con haber levantado un poco el actual umbral del Puente de Piedra, con un obstáculo abatible o izable , se habría conseguido en verano el calado suficiente para disfrutar del río y para que fuéramos fluviofelices, piragüeando por el tramo hermosísimo del recorrido Monzalbarba Zaragoza.

Pero aún así, hubiese sido necesario hacer estudios de la dinámica de las gravas en momentos de crecidas. Así lo propuse en su día ante los máximos responsables del  Ayuntamiento, pero me dijeron que los científicos estamos obsesionados con los estudios, y que así nunca se hace nada. Les dije que entre no hacer nada y hacer una chapuza, existe un término medio, que es hacer las cosas bien.  Entre tanto la CHE, mutis. Es el poder quien gobierna. El Presidente de la CHE,… ¡a lo que le manden!… «

Muchísimas gracias Javier, estaremos siempre del lado del río y de la vida humana viviendo en armonía con la Naturaleza, e inmersos en la FLUVIOFELICIDAD.


Acerca de Carlos

Expiloto de líneas Aéreas, aficionado a las artes: Pintura, Literatura, Música, Fotografía, con ganas de divulgar aquello que he vivido a lo largo de mi experiencia profesional y humana..

2 respuestas a “Las obras públicas”

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