Creo que conforme te vas haciendo mayor te vuelves más sentimental. Al menos en mi caso así está ocurriendo.
Llevo un par de años en los que la Navidad y comienzo de los nuevos, no han venido precisamente cargados de alegría, y sin embargo aquí estamos «en la brecha» intentando mantener la ilusión viva, ya que a algunos seres muy queridos no hemos podido decirles más que adiós.
Por todo ello es precisamente por lo que tenemos que aferrarnos a estos actos entrañables de encuentro con nuestras familias, con nuestros amigos y por lo que es tan importante mantener vivas determinadas tradiciones y actos mágicos, sabiendo que la ilusión es lo que nos mantendrá dispuestos a superar los malos momentos ya pasados.
Quizás la esperanza en un pequeño regalo de quien te quiere, ese artículo que nunca te atreves a comprar por considerarlo totalmente innecesario y a veces demasiado caro, una nueva corbata que siempre acompañará a las que se pasan de moda con un par de usos o cualquier mínimo detalle que te demuestra que sigues siendo parte importante en la vida de los demás.
Esa es la magia de los Reyes Magos, hacernos saber que los demás nos quieren tanto como para hacer un esfuerzo en darnos lo mejor de ellos envuelto en papel de regalo, sin importar el valor del contenido. Del mismo modo nosotros buscamos ese encuentro con los deseos ajenos para satisfacerlos en la medida de nuestras posibilidades.
Tal vez la crisis nos ha llevado al origen real de esta tradición, haciendo menor gasto y buscando más la esencia que el despilfarro «fanfarrón» de regalar lo más caro que hayamos podido encontrar. No hace falta más que hacerlo con cariño y recibirlo con la misma alegría con la que nos levantábamos de chiquitines a ver lo que nos habían traído los Reyes…
Aún recuerdo con nostalgia la primera caja de pinturas Alpino que me regalaron con un montón de colores. Eso me hizo sentirme muy mayor (quizás a los cinco años o así), ya que tenía la posibilidad de dar color a muchos dibujos mal trazados y no estar limitado porque te faltara un marrón con el que pintar mucha tierra, o un azul que pintara un gran océano.
No voy a caer en la ñoñez de pedirles todas esas cosas que sabemos que no nos pueden traer, porque si de verdad las queremos es que ya las tenemos dentro de nuestro corazón, por lo que ya no nos hacen falta. Quizás la paz, el amor, la salud para todos, compañía, cariño, solidaridad, etc. hayan formado parte de alguna que otra carta. Mi carta la voy escribiendo durante todo el año desde este sencillo blog, así que creo que los Reyes ya tienen datos más que suficientes para saber lo que quiero.
Mientras tanto espero a mañana con la misma ilusión de siempre, esperando esa sorpresita que, sea del color que sea, será bien recibida, porque todavía me quedan colores con los que pintar a mi gusto un trocito más de cielo azul…
Vito, este año entonces es que te ha llegado la verdadera magia de estos magos. Aún tienes muchos años de Reyes por delante que tampoco podrás olvidar. Te lo garantiza… ¡Gaspar!
Es la única ocasión del año en la que los niños se van a la cama sin rechistar! Bromas a parte, la ilusión de sus miradas no tiene precio. Al día siguiente no dejamos de jugar ni un minuto, fue muy entrañable. Para mi estos Reyes han sido inolvidables.
Angel, los hijos son quienes nos hacen renovar cada año las ilusiones. Cuando son niños para alegrarles regalándoles aquello que les hemos ido negando durante meses. Cuando crecen son ellos los que buscan sorprendernos y demostrarnos que valoran nuestro cariño. Felicidades por tu nueva «corbata». Es broma. Que continues el resto del año con la misma «ilu». Abrazos.
está claro que con la edad nos volvemos nostálgicos, aunque siempre hay que mirar al futuro que es donde está el porvenir (malo o bueno).
A mi este añó los Reyes me han dejado algo y me ha eche mucha ilu, porque ha sido una cosa de mis hijos. También se están haciendo mayores y están tomando el relevo.
Felez Año a todo el mundo
Tere, somos de una época donde lo de «chico-chica» era inamovible… Pero cualquier día te regalo uno de cartón-piedra, de los que usaban los fotógrafos. 😉
Pero de cualquier forma nos conformábamos con lo que nos trajeran, incluso cuando ya sabíamos quienes eran, todavía poníamos más cara de contentos para agradecer a nuestros padres el esfuerzo.
A mi también me gustaban especialmente las pinturas Alpino, sus colores y hasta su olor, ¡que ilusiones!, con menos medios me parece que eran mas ingenuas y sobre todo mas duraderas en el tiempo, vaya, que lo de los Reyes nos lo creiamos mas años y no pedíamos tanto. Había quien no tenía mas que poquica cosa o nada.
También aguantabamos como jabatos y jabatas hasta el 6 de enero.
Ahora eso parece imposible de resistir.
Yo siempre acababa la carta y lo que Sus Majestades quieran traerme porque he sido una niña muy buena y daba buen resultado….Pero nunca me trajeron un caballito, porque era de chico……
Gracias José Luis, que ellos os sean generosos en abundancia.
Carlos y compañia, que tengais un feliz dia de reyes.
JL
Abi E, al menos siempre intento hablar claro, aunque no siempre lo consigo. Un abrazo y que los reyes te traigan su magia esta noche maravillosa.
Hola Carlos, te entiendo perfectamente.
Un abrazo