Entre muchas profesiones auténticamene vocacionales las de médico, militar, o aviador quizás sean las que de niño casi todo el mundo diría que son su aspiración cuando «sea mayor». Otras vocaciones se han ido modificando y ahora los toreros son superados por los futbolistas, los investigadores por los expertos en marketing y tal vez los maestros por periodistas del «cuore»… Vocación es en parte una ilusión a la que te lleva un deseo de emular a tus ídolos o sencillamente una pasión irrefrenable hacia una profesión concreta y no otra.
Hasta ahora los militares «de carrera» suelen ser gente vocacional, también los médicos (en general todo el personal sanitario), y ambas carreras se suelen desarrollar independientemente una de la otra. Una vez que las circunstancias laborales te llevan a intentar conseguir un puesto acorde con tu formación, es cuando acaban coincidiendo los intereses del aspirante con las necesidades del empleador. Por ello algunos médicos optaban por desarrollar su trabajo en el Ejército en lugar de en otra empresa o en el sistema de Salud Pública.
Eso a mi entender era y es el camino «habitual» y más lógico, ya que ante todo se sentían médicos y luego accedían a un trabajo militar con rango de oficiales. Pero ahora que gracias a las políticas llevadas a cabo durante las últimas décadas en materia sanitaria, han llevado a un déficit de médicos, enfermeros, y auxiliares en todos los hospitales y Centros de Salud (públicos y privados), es cuando se han despertado nuevas vocaciones médicas, puesto que la probabilidad de colocación tras los estudios es probablemente de las más elevadas.
¿Qué atractivo tiene entonces un Ejército en el que desarrollar una carrera médica?. Para un estudiante de medicina «normal» NINGUNO. Mientras haya otras opciones laborales, siempre quedará como un «recurso» en un lugar poco destacado de las preferencias personales. Y si además de ello sumamos que la permanencia en un trabajo – al que no sabes si acabarás adaptándote- o incluso que puedes aborrecer, no creo que invite a muchos a optar de inicio por una «hipoteca» de seis años de carrera más doce añadidos vistiendo la bata blanca con la chapa de las estrellas.
Sólo será un aliciente para aquellos que tienen simultáneamente ambas vocaciones, de manera que, los que se consideren con un cierto espíritu castrense y a la vez decididos a luchar contra las enfermedades, tendrán en esta opción un magnífico camino profesional. Los demás me temo que serán aquellos que necesiten de manera más acuciante una forma de pagarse los estudios y cobrar un sueldo que les permita vivir y hacer la carrera de médico, aunque sea soportando doce años de milicia «pactada» cuando hayan conseguido su objetivo primordial. Y doce años en un trabajo «forzoso» es demasiado tiempo si te das cuenta de que te has equivocado. Así que no les «arriendo la ganancia» cuando tengan que soportar un Cuerpo de Sanidad Militar lleno de médicos sin vocación (militar) y más que probablemente aborrecidos por haber tomado una decisión equivocada durante una edad tan temprana.
Como piloto que quise ser desde niño, había pocas opciones de conseguirlo por lo civil así que la mayoría de profesionales de antes de los ochenta habían tenido que pasar por el Ejército para convertirse en pilotos. Era lo que había y, por tanto, había que pagar el peaje hasta lograrlo. Pero en el Ejército del Aire (escala de vuelo) muchos de sus miembros entraban con el objetivo de hacerse piloto civil en cuanto acabase su compromiso con quien le había pagado la carrera y le había convertido en un militar sin vocación. Algunos también eran incluso «pacifistas» o antiejército. Paradójico pero cierto.
Cuando a finales de los ochenta y principios de los noventa, la gran demanda de pilotos civiles se disparó con la proliferación de muchas compañías chárter, estos aviadores militares estaban que «trinaban» en sus unidades y escuadrillas correspondientes, esperando que cumpliera el plazo de compromiso. Los más ambiciosos, o los más impacientes, buscaron subterfugios para marcharse del Ejército antes de cumplir con su palabra. Algunos se afiliaron a partidos políticos, hicieron campaña electoral en partidos de todo tipo y en circunscripciones en las que, como simple edil de un pequeño pueblo, tenían un resquicio legal para pedir una excedencia en el Ejército, y mientras tanto trabajar como pilotos civiles en una compañía aérea. Al final algunos acabaron cumpliendo penas de arresto en sus cuarteles como no podía ser de otra manera. Porque habían utilizado y abusado de unas prácticas ilícitas y desde luego que nada caballerosas como se pretende de un honesto y honroso oficial. (Lástima que en todo el tiempo de permanencia no hubieran asimilado algo de lo bueno que tienen nuestros militares de profesión y vocación).
Desde un punto de vista de piloto civil no estaba de acuerdo en que este camino fuese en un solo sentido, de piloto militar a civil exclusivamente. ¿Por qué no al revés también?. En fin eso ya da igual, a mí nunca me ha interesado formar parte de un escuadrón militar, bastante tuve con llegar a cabo furriel en la mili. Pero tal vez muchos pilotos formados en la vida civil hubieran podido realizar un buen trabajo contratados por el Ejército para determinadas labores que no tienen nada que ver con haber sido previamente formado en una Academia Militar.
Para resumir un poco, el Ejército de repente se vió privado de un gran número de oficiales pilotos que habían llegado a ser capitanes y comandantes, incluso coroneles, y vió impotente que no podía retenerlos de ninguna manera, porque el sueldo era muy inferior al que se ofrecía afuera, y además porque llegados a un nivel de graduación, el vuelo queda reducido a la nada, y solamente vuelan unas horas al año para mantener en vigor su licencia de vuelo. Ocupan ya puestos de mando y se dedican plenamente a labores de gestión de sus unidades o a cursos de Estado Mayor, pero sin satisfacer de verdad su única vocación que era la de volar, volar y volar…
Ellos habían sido militares «a la fuerza», por necesidad, por falta de otras oportunidades, y porque querían ser antes que otra cosa AVIADORES (pilotos) y al final la cabra tira al monte. Y como pilotos acabaron «volando» del Ejército incluso sabiendo que ello les acarrearía más de un problema legal.
Seguimos cayendo en las mismas trampas, cometiendo errores ya pasados, y peor aún, extendiendo esos mismos problemas a otros ámbitos. Parece que no seamos capaces de ver que lo que ya ocurrió volverá a ser exactamente igual. Entonces fueron los pilotos, ahora ofrecen lo mismo a los médicos, luego quizás a los abogados, ingenieros, y todos esos cuerpos que necesitan de profesionales cualificados que se pongan a las órdenes de un mando militar para cumplir con sus misiones. Pero al final de estos acuerdos, de estos compromisos, siempre acabará saliendo a relucir la vocación, la frustración, la ambición o simplemente una necesidad de cambio personal en lo laboral. Y luego se acordarán de que el pueblo llano ya lo sabía y que les advirtió que no es bueno CRIAR CUERVOS…
De todos modos yo con 52 años igual me apunto a estudiar medicina, total si me pagan un sueldo y hago una carrera que me apasiona, jubilándome a los 70, habré cumplido con el compromiso prefijado y encima igual me jubilan de comandante. Creo que es mi mejor opción en estos momentos… A ver si no limitan la edad de acceso.