En el caso de mis abuelos ninguno tuvo que ir al frente a combatir, supongo que porque ya les pilló mayores y tenían muchos hijos. En mi caso poco se ha hablado de la guerra más que como una época muy triste que todo el mundo quería olvidar cuanto antes. ¡Hasta que llegó Z !.
Mi historia familiar imagino que será muy parecida a la de millones de españoles de nuestra generación, es decir que apenas hemos oido alguna anécdota más o menos cercana a nuestros progenitores y ascendientes.
En el caso de mi padre le pilló la contienda con 10 años, así que siguió yendo a la escuela, comprando la leche, llevando el pan con la cartilla de racionamiento, y llevándole la comida al «tajo» a su padre. Uno de esos días de «recadero» estuvo a punto de morir en un bombardeo, camino de la fábrica donde trabajaba su padre. Pero se salvó. Así que a los doce años pudo contribuir con su trabajo a la economía familiar. Empezó de aprendiz de peluquero subido en un taburete a «repasar» los pelillos con la brocha y enjabonar las caras. Así que su «guerra» fué la supervivencia de sus hermanos más pequeños en una sociedad embrutecida a fuerza de necesidad.
Mi madre vivía en Jarque de Moncayo y en las zonas rurales la guerra era distinta. Como labradores pobres apenas tenían un huertecillo y dos tierras con árboles, las cuales les fueron requisadas al inicio de la contienda, así que se quedaron sin sustento. Por ello mi abuelo hacía de peón en lo que saltaba, segar en Soria, cargar leña en la sierra, o trabajar para los terratenientes que no habían perdido sus propiedades, sino que las engrandecieron administrando las que requisó el correspondiente gobierno «provisional» de turno. Como veis no hablo de ningún «bando», cada uno la pasó como pudo donde le tocó.
En la comarca del Aranda cambiaron de «zona» a lo largo de la guerra conforme varió la situación de los distintos frentes. Así que vieron fusilamientos de unos y otros, las más de las veces motivados por denuncias debidas a rencillas previas que nada tenían que ver con sus ideas políticas. Una de las historias más tristes que oí en boca del herrero fué la muerte de su hermano mayor (17 años) fusilado ante su insistencia de que perdonaran a su padre que tenía que mantener al resto de sus hijos. Le aceptaron el canje y fué fusilado en lugar de su padre. Con un solo tiro mataron a dos personas inocentes, ya que al padre le desangraron el corazón con la muerte de su primogénito y nunca más pudo recuperarse de aquél dolor.
Mi propia abuela se libró de ser fusilada porque le avisaron de que iban a ir por ella y pudo ocultarse en casa de una vecina afín al gobierno dominante, hasta que se demostró que había sido un error y nada tenía que temer. ¡Hubo muchos errores! hay que tener en cuenta que por aquél entonces la mayoría de la población era prácticamente analfabeta.
Al acabar la guerra, la gente sencilla a la que le había tocado vivir los horrores de aquélla masacre, intentó recuperar su vida sencilla tal como había llevado antes. Sufrieron la pesadilla de la «Postguerra» que, según refieren, casi fué peor que la propia guerra. Sin comida, racionados, mucho trabajo y pocas esperanzas. Pero sobrevivieron y siguieron adelante como pudieron. Todos felices de no haber muerto y ansiosos de vivir en paz.
Así transcurrió su vida, luchando por mantenerse y procurando olvidar tanta miseria y tanto dolor. Así ha sido hasta que un montón de políticos han querido recuperar la memoria. Suerte que mis abuelos ya no viven para que les refresquen tan dolorosos recuerdos. Ahora hay que «resarcir» a las personas que tuvieron la mala suerte de estar en la zona que perdió una guerra. Puede que sea necesario para olvidar definitivamente aquél capítulo del que apenas quedaba nadie vivo que hubiese participado activamente en aquellos lamentables sucesos. Puede que los juicios sumarios y fusilamientos indiscriminados necesiten de un resarcimiento moral para los afectados. Pero desde luego que abrir la memoria de gente que no teníamos memoria histórica porque no vivimos ni de lejos la guerra, es actuar con una ligereza fuera de lo común. Ni siquiera viven ya los auténticos protagonistas de aquellos rencores y de aquellas historias deleznables. Y los pocos que lo sufrieron estoy convencido de que preferirían no recordarlo.
Para mí que están abriendo la Caja de Pandora. ¡que Dios les perdone!.
Actualización: Incluyo este artículo donde se descubre una fosa común en Illueca donde están los cadáveres de fusilados en Jarque. DEP.
He sonreido…
Lamia: Yo no creo ni de lejos que la mujer sea la causa de los males de nadie. Pero algunas malas haylas.
Chiste:
( Un grupo de amigos tomando vinos en el bar…)
Dice uno: «Me voy a casa que tengo la mujer mala». Y uno le pregunta.
¿Qué le pasa, tiene catarro, o qué?. Y el primero responde.
– No está enferma, ya he dicho que tengo la mujer MALA.
Ojalá te haga gracia el chiste.
Aparte de decirte que me ha encantado tu post, me ha proporcionado la oportunidad de leer sobre la famosa «caja de Pandora» para comprobar que, desgraciadamente, la mujer parece ser siempre el origen de todos los males.¡Qué penica!