Cuando hablamos con cualquier persona, nos gusta mirarle directamente a la cara, a los ojos y, sin darnos cuenta, estamos extrayendo más información de sus gestos que de lo que nos dice con sus palabras.
Cuando alguien vuelve la mirada para decirnos algo, nos pone en alerta de que al menos una parte de su discurso no está siendo totalmente sincera, o bien que se trata de alguien tímido que no quiere expresar sus sentimientos o emociones de manera abierta.
Pero hay especialistas en estudiar cualquier mínimo detalle de una cara, sus arrugas, su inclinación al hablar, el parpadeo o un pequeño rictus inapreciable que demuestran si lo que transmite verbalmente se corresponde con lo que en realidad está pensando, e incluso la intencionalidad de sus palabras: engañar, distraer, confundir, convencer o intenta sinceramente decir la verdad…
A este tipo de estudio de la fisonomía en ralación a la psicología se le conoce como morfopsicología. En esta especialidad tenemos ya grandes estudiosos que aplican sus conocimientos a ramas tan variadas como la criminología, o la selección de personal, ya que sus aplicaciones pueden ser útiles para casi todo tipo de relaciones personales.
En España quizás uno de los más reputados en este sentido sea Julián Gabarre, que nos lo explica estupendamente en su propia página o mejor aún en su libro. «El rostro y la personalidad». De todos modos no podríamos decir que es ninguna novedad, ya que desde los antiguos se ha dicho que «la cara es el espejo del alma».
A nivel internacional deberíamos citar a Paul Ekman, que fué pionero en sistematizar las emociones y relacionarlas con la expresión facial. Pero desde entonces aquí ha habido muchos estudios científicos para llegar a establecer una nueva forma de llegar al interior de las personas desde la observación de un rostro.
Hoy os propongo un pequeño juego como divertimento: ¿Qué transmite el retrato que ilustra el artículo?.
De momento no está mal para ir iniciándonos en esta nueva herramienta. Seguro que descubrís más de un detalle del Ministro de Fomento. Lógicamente si algun especialista llega a ver este artículo me gustaría que nos diera una pequeña lección práctica. Gracias
José Antonio, vamos por buen camino. Al final espero que veamos nítidamente lo que intenta ser y lo que anuncia su cara… 😉
Gesto inquisitorial, señala con su dedo al vacio, pero en realidad ese dedo tiene destinatario concreto, aunque ese destinatario (individual o colectivo, seguramente colectivo) no se encuentre presente en esa sala en ese justo momento.
Mirada fija, sin apartar la mirada del hipotético adversario, lo que indica una actitud retadora y un tanto chulesca, es decir, seguro de sus propias fuerzas o de la veracidad irrefutable de sus argumentos.
Labios apretados, gesto de cierta rabia, lo cual indica que el colectivo o persona a la que señala de forma imaginaria, ya es sabedor de su postura, probablemente porque previamente a este momento han tratado sus diferencias cara a cara sin que haya existido acuerdo alguno entre ellos, pese a que el ministro crea que en la absoluta bondad de sus argumentos y propuestas, siendo ellos los que se niegan a ver la luz y abrazar estas propuestas salvadoras.
Pako dice mucho más… pero no vas del todo equivocado. 😉
Sería interesante que un experto diera su opinión. Para mí que está señalando a alguien y en tono amenazante asevera: «como os paseis, os encalomo».