No quería hablar de la desaparición del vuelo MH 370 de Malaysia -por ahora desaparecido- pero no me queda más remedio que tratar de puntualizar algunos aspectos que siempre aparecen en este tipo de tragedias.
Lo primero siempre es dedicar mi sentimiento hacia las víctimas y sus familias, que son desgraciadamente los protagonistas únicos de estos acontecimientos y por tanto los que realmente padecen el vuelco total en sus vidas en unos instantes que ya nunca serán capaces de olvidar, y para muchos asimilar…
Sigo con cierta inquietud y curiosidad todo aquello que va saliendo en cualquier medio de comunicación, pero para llegar al convencimiento, una vez más, de que todo lo que se «baraja» son hipótesis, cábalas, incertidumbres que no aportan nada a la resolución del drama que se está viviendo. Espero no tener que padecer la angustia de todas estas personas que cada día que pasa pierden algo de la esperanza que tenían de que sus seres amados sigan con vida en cualquier parte del mundo.
Es agotadora la reiteración de lo que pudo haber pasado, de quién ha podido ser el causante de esta desaparición, de que algunos pasajeros hubieran podido cometer un acto de terrorismo, que los pilotos hayan tenido o no la culpa o la intención extraña de que ese vuelo no llegara a su destino… y así hasta la saciedad, sin que por ahora haya algún claro indicio «OFICIAL» de qué pudo haber pasado.
Se «informa» del soporte tecnológico que puede dar alguna pista para su localización, de lo que es el Emergency Locator Transmitter (E.L.T.), o de los posibles rastros que deberían permanecer flotando sobre las aguas de cualquier mar, también del seguimiento RADAR de los aviones civiles en las zonas donde hay cobertura, o de los propios de la defensa aérea de los ejércitos que vigilan cada espacio aéreo particular, de barridos con satélites, de teléfonos móviles que aún son capaces de recibir llamadas… y cientos de conjeturas que no hacen más que «calentar» la imaginación de quienes quieren una respuesta inmediata a sus propias teorías…
Para mí sigue siendo un asunto de interés humano, una nueva aportación dramática a una cultura aeronaútica, que se nutre de lo «inesperado», para tratar de mejorar en lo sucesivo cualquier aspecto que incide directamente en la seguridad aérea. Pero para ello tenemos que esperar un largo período de tiempo, dejar que se encuentre el aparato o sus restos, analizar los datos de los registros que pueda haber en las cajas negras, oir las comunicaciones en la cabina que «celosamente» guarda el C.V.R. (Cockpit Voice Rcorder), y entonces tratar de determinar las causas objetivas por las que se haya producido el «presunto» siniestro.
Por ahora no hay nada, no hay avión, no hay restos, no hay víctimas, tan sólo hay MISTERIO y desazón en las familias y amigos. Respetemos su calvario, dejémosles sufrir con la esperanza de que aún hay una posibilidad de que el avión este en un lugar remoto y todos a salvo, y cuando haya una certeza absoluta del desenlace en el sentido que sea, volver a trabajar para que nunca más pueda ocurrir algo semejante. Quizás siempre habrá algo nuevo, algún cabo suelto que nadie antes fue capaz de imaginar, y por tanto tener que PREVER lo IMPREVISIBLE. Cosas de pilotos nada más, y nada menos…