Hablar solo puede llegar a considerarse una conducta anómala, incluso ser síntoma de una enfermedad mental, cuando la frecuencia o el tono del discurso hace pensar a quien los escucha que algo no va bien en la mente del monologuista.
Sin embargo el monólogo actual es una forma más de hacer humor que ha tenido mucho éxito en los últimos años.
No voy a escribir ningún ensayo sobre el origen y desarrollo de los monólogos, pero me pregunto si tanto éxito es síntoma de que hasta los propios humoristas son el reflejo de un espíritu social más individualista que antes. Aún recuerdo grandes parejas y tríos de humoristas españoles que nos hicieron disfrutar de momentos extraordinarios de risa. Tip y Coll, sin duda unos genios del género, llevaron al extremo la diferencia entre ellos para crear unos diálogos geniales, como éste del vaso de agua. Martes y Trece, con sus empanadillas, convirtieron el diálogo de besugos en una obra de arte. Faemino y Cansado, grandes conocedores de la obra filosófica de Kierkegaard, volvieron a subir el listón hasta cotas altísimas del que podriamos denominar humor inteligente, como sus rayos López.
Sin embargo las parejas han ido desapareciendo de las televisiones, que es donde de vez en cuando vemos algo de humor, para dejar paso a los monologuistas. Aquí hay todo un mundo de personas, cada una con sus características, que reflexionan en tono de humor sobre la vida común y le sacan la «chispa» jocosa a cualquier situación cotidiana.
No quiero cansaros mucho con el tema pero este artículo me ha venido un poco «forzado» al ver a un nuevo humorista, con muchísima fuerza, que saca de su minusvalía las propias gracias con las que intenta hacer reir al resto de su audiencia. Se llama «Toño» y se hace llamar El Diablo sobre ruedas.
Cada uno podrá pensar lo que le parezca oportuno, de hecho ya hubo polémica cuando apareció por primera vez en el programa El Hormiguero, de Pablo Motos. Pero a mí me parece un tío gracioso, divertido y muy ocurrente. Tal vez a otros os parezca que se saca provecho de un discapacitado. O que la gente se ríe por «hacerle un favor».
Sinceramente, si se le escucha sin mirar a que está sentado en una silla de ruedas, se puede ver cómo la vida, con sus grandes contradicciones y dificultades, se puede entender también en broma. Y él tiene argumentos suficientes como para demostrarlo a todos. ¡Bravo por Toño!.
Bien por Carmelo. Sin duda una de las cosas más difíciles es arrancarr no ya una carcajada, sino una sonrisa en quienes te rodean (en la tele salen unos poquitos). Yo practico mis chispas «envenenadas» en mis conversaciones intentando hacer sonreir a los demás. Así que si tienes escrito alguno que consideres se puede difundir, estaré encantado de publicarlo en este reducto de gente con ganas de ayudar. Nos hace mucha falta sonreir y reir. Gracias
Querido amigo Carlos: En algunas de las obras que representamos, si la obra es corta suelo salir al escenario a decir unos monólogos y la verdad que el público se rie mucho, son palabras rebuscadas para tal efecto y si sabes decirlas en plan pícaro, suelen hacer efecto en el público. Sé un monton de monologos del club de la comedia y otros de mi invención que cuando estoy con los amigos de Jarque se les suelo decir y se rien mucho. Ya te contaré. Un abrazo Carmelo