(Autor: Oochappan, de su galería en Flickr)
Se anuncia a bombo y platillo la muerte del líder de la Guerrilla Tamil, Velupillai Prabhakaran, fundador de los Tigres de Liberación de la Patria Tamil.
Por aquí bastante tenemos con «lo nuestro», no en vano fuimos los inventores de la «guerrila«. Así que de eso sabemos un rato.
No tengo conocimiento real de lo que se ha fraguado en Sri Lanka cuando se constituyó como estado independiente, de la represión sobre el pueblo Tamil, ni siquiera podría identificar una etnia u otra de las que ¿conviven? en la extinta Ceylán. Pero parece ser que el final de una guerra está a punto de comenzar. Como en todas las guerras, la Paz es lo que en definitiva importa. Si ha muerto un líder, que impedía negociar el fin de la lucha armada, para dejar vía libre a un proceso de paz, habrá que felicitar también al propio pueblo tamil.
Sin embargo algo no me encaja con las caras pacíficas que tuve ocasión de ver en pleno Trocadero en París. Reclamaban el final de un genocidio, de un exilio forzado lejos de su tierra natal, y no parecían más que víctimas de un terror que les afligía el alma y que les había marcado para siempre.
La razón al final será de los vencedores pero… ¿seguro que todos ellos son culpables de tanta muerte?. Seguro que aquellos tamiles de París lo tienen muy dificil para regresar a un país en paz, aunque ya no sea el suyo.