Cuando la realidad se empeña en mostrarnos una cara opaca, a través de la que el futuro no se puede vislumbrar con nitidez, es cuando una visión estática del arte nos da un poco de serenidad y la ocasión de reflexionar sobre el pasado, para entender el presente, y confiar en el «por venir».
Madrid, la capital del Reino, el Foro, nos permite salir de la vorágine diaria en pequeños remansos culturales, llenos de maravillas ocultas que nos dejan la mente «en suspenso», tratando de asimilar la belleza que se exhibe desnuda ante nuestros ojos.
Esta semana visité un delicioso museo, centrado en la época en la que el Romanticismo era más que una forma decorativa, era un estilo de vida, un cambio de ideas tras el Racionalismo y el Clasicismo, para encontrar y dar más preponderancia al YO, a la persona. Lógicamente esta nueva forma de ver y entender la sociedad se manifiesta en todas las artes, y también en lo cotidiano, el mobiliario, la decoración y por supuesto en el espacio donde se habita, el hogar. Para quienes sientan que esa época, a caballo entre los siglos XIX y XX, propició un nuevo concepto de sociedad, deberían darse un baño romántico en el Museo del Romanticismo , y disfrutar de cada rincón de esta casa-museo que perteneció a Benigno Vega-Inclán.
Ayer mismo por la mañana, y aprovechando que Madrid era tomado por la Maratón, me refugié en el museo de la Fundación Lázaro Galdiano. Definir en una palabra lo que es este museo es muy fácil: «SORPRENDENTE». Cada rincón, cada techo decorado con frescos, los artesonados, conforman un espacio artístico singular y maravilloso. Dentro de este edificio «La España Moderna», se fué reuniendo una colección particular que va desde la época ibérica, visigoda, romana, hasta nuestros días.
Joyas, fíbulas, cajitas esmaltadas, de todas las épocas constituyen la cámara del tesoro y se corta la respiración con cada una de las piezas. Conforme vas subiendo las cuatro plantas del casón, descubres maravillosos retablos, obras de Goya, muebles, marfil… en una interminable sucesión de épocas y estilos.
Este hombre que decidió que el arte era una forma de llevar la cultura a su país, y que quiso siempre que su afición y amor por la cultura tuviera trascendencia, legó todo este patrimonio a España, y gracias a una labor individual podemos ahora maravillarnos de su dedicación a esa causa, y podemos agradecérselo con una visita a su (nuestro) patrimonio artístico.