Después de haber hecho una pequeña «crítica» a la invasión del plástico en la playa, también debo decir, en honor a la verdad, que no sólo encuentras tecnología aplicada cuando paseas por la playa. A veces encuentras la vida que se «abre paso» entre el cemento y la polución.
El paseo marítimo de Salou es un entorno de contrastes en espera de que tu ojo «inquisidor» descubra todo lo bueno y todo lo malo que te rodea. Está pensado para que no pienses y te relajes. Para que disfrutes de las palmeras que lo pueblan escuchando el susurro de las fuentes sentado a la sombra.
Siempre hay un rincón donde el césped se apodera del suelo y deja crecer entre sus filamentos una flor cuyo color te invita a fijar tu atención en ella. Un olivo sabiamente podado te ofrece «en bandeja» sus frutos que darán su esencia para que aliñes tu ensalada o te acompañen en el vermú. Y un cactus espinoso te dará idea de que la vida, aunque pinche, siempre es maravillosa.
El verde y el azul se funden en el paseo dando calor y color a tu caminar playero. Toda esta vida la puedes ver en las fotografías que hice.
Querido Carlos, amigo. Ya sentí no veros el otro día por aquí. Dices bien, los compromisos.
Ya sabes aquella frase «una persona es feliz cuando tiene la libertad de elegir sin verse comprometido». Más claro, agua.
Fíjate por dónde que a tí sí que te veo feliz. Estos días más, que estás en tierra de olivos.
Un abrazo y hasta la próxima,