Al «extinto» menistro (sic) de Fomento le están poniendo en negro todo sobre su propio papel blanco de conseguidor. A cualquier otro humano le habría cambiado «la color» de la cara, y se le habría torcido el gesto. Pero, quiá, a este no le sonroja nada, y mucho menos una bagatela de apenas unos cientos de miles de euros que «presuntamente» le entregó un «campeón».
¡Tela marinera!. Pobriño pepiño. Anda ahora todo dios dándole más palos que a una estera, haciendo leña del árbol caído porque estamos en campaña electoral, y parece ser que ha entrado en un estado de letargo invernal anticipadamente. Ha hecho mutis por el foro y ha dejado de ejercer la portavocía del Gobierno, ante lo cual yo le haría también responsable de dejación de funciones cosa que, aunque parezca menos importante, es muy grave en el caso de un miembro del Gobierno, porque sus funciones tienen repercusión en la sociedad a la que se debe.
Dejo para otros los pufos que tienen que destaparse en otras áreas de actividad propias del Ministerio de Fomento. Y yo me quedo sólo con una sección del mismo AVIACION CIVIL.
Este hombre ha asolado materialmente toda la estructura aeronaútica del Estado. Comenzó dejando que AENA asumiera una deuda superior a los 13.000.000.000 de euros, construyendo aeropuertos allá donde las comunidades autónomas necesitaban «políticamente» para ganar votos, a cambio de unas estructuras inviables y totalmente INNECESARIAS.
Todavía no se le puede imputar la quiebra «latente» de alguna compañía aérea que tiene que sucumbir ante la pertinaz crisis económica, y a las que les ha echado su manita impidiéndoles operar con puntualidad, asumir demoras operativas por una ineficacísima gestión de los aeropuertos, y cobrándoles unas tasas cada vez mayores a todos, por unos servicios cada vez menos eficaces. El coste extra del combustible «desperdiciado» en aproximaciones y despegues reglamentarios, sin recortes en las rutas por escasez de personal de control y enfrentando a la sociedad contra unos profesionales que acabaron trabajando al «amparo» del Ejército para justificar una alarma FICTICIA que desvió la atención de todos sobre el único problema real, el propio ministro.
Entre compañeros de vuelo, honestos y preocupados por la situación económica de sus empresas, he oído comentarios de todos los tipos al respecto. Pero en términos generales se quejan de que se les hace el vuelo cada vez más incómodo y sin posibilidad de arañar unos valiosos minutos que suponen muchos kilos de combustible por hora, y que aun estando en contra de las medidas que están padeciendo los controladores aéreos, les ha repercutido muy negativamente en su quehacer diario, y temen por su propia situación laboral, cada vez más precaria.
Tampoco hay que olvidar que el ranking de incidentes aéreos se ha disparado a unos niveles impropios de un espacio aéreo también responsabilidad del ministerio. Los índices oficiales que maneja la EASA (Agencia Europea de Seguridad Aérea), a pesar de llegarles «maquillados» no dejan lugar a dudas, son alarmantes y todo el estamento aeronaútico está que «trina» porque nadie en su sano juicio olvida la única máxima que se trata de aplicar en todo momento SEGURIDAD.
La privatización de toda la formación aeronaútica, desde TCP’s (azafatas), TMA’s (Técnicos de mantenimiento), pilotos, ahora controladores, etc. hace que la calidad de la misma haya sufrido un empobrecimiento gradual en donde lo que se busca es quien pague para obtener una licencia de cualquier tipo, saturar el mercado de profesionales con menos perspectivas laborales, y hacer que el perfil ideal de un candidato sea el de que esté dispuesto a seguir pagando para ganarse su propio puesto de trabajo. Los contratos abusivos son hoy por hoy lo poco que ofrece un mercado nacional escasísimo. Y muchos profesionales españoles están en una diáspora de países sobreviviendo ante tanta adversidad.
La inspección aérea es poco menos que testimonial, y también externalizada del ministerio, por lo que la eficacia e imparcialidad de las mismas a mi juicio no queda demasiado clara. Eso sí sobre el papel, que lo aguanta casi todo, todo está dentro de la legalidad, y sólo cuando hay un accidente, se desempolvan los legajos y se ve que hay alguna que otra irregularidad, pequeños detalles que se habían ido pasando por alto, o por bajo.
Capítulo aparte merecerían todos aquellos trabajos aéreos que no están incluídos como compañías de transporte de pasajeros. Aerotaxis, fumigación, helicópteros, rescate aéreo, vigilancia, carga, ambulancias aéreas, y un sinfín de actividades en las que desgraciadamente el físico de cada uno de ellos está en riesgo permanente cada vez que inician su labor. Ahí este ministerio ha hecho siempre la vista gorda, y el propio ministro se operó de miopía imagino que para ver mejor. En este verano he perdido la cuenta de cuantos accidentes con helicóptero ha habido, pero con uno habría sido más que suficiente para entrar «a saco» con la INSPECCION y PREVENCION.
De las LOW COST no querría ni hablar, pero también hay que hacerlo. Subvenciones a unas u otras, camufladas de publicidad institucional. Apertura de rutas nuevas para incrementar los ratios de pasajeros transportados, ventajas fiscales para unas y trabas administrativas para otras. Y después a competir en «igualdad» en un mercado tocado por la mano amiga de no sé sabe quien pero sí de dónde está.
Iberia, la que fué grande, la que tratan de diluir a la nada, la que está fagocitada por British Airways, ha recibido ya al equipo de disección (otros le llaman de dirección). Están apartando algunos tejidos superficiales, para ir llegando poco a poco a las vísceras del animal herido. Llevan años haciendo una labor de zapa que no augura muy buenas expectativas. Así que calladamente están preparándolo para darle la puntilla y repartir los despojos. Están preparando una innovación maravillosa, con su propia low cost para darle realce y prestigio, eso sí a menor precio de coste. El corto y medio radio ya lo hace una franquicia en la que se aplica a «rajatabla» la contención de la masa salarial. Y La Iberia, viendo cómo sus rutas, sus slots, sus pasajeros y su marca se van yendo a otras manos, y ellos ahí aguantando el tipo a ver qué pasa.
Y por fin llegará la privatización de los aeropuertos, ansiada por el menistro para tapar unos agujerillos contables, que se le han atragantado de tanto echarles carnaza. Ahí están ya revoloteando las aves carroñeras, las constructoras, los bancos acreedores que de no ser privatizados estos monstruos nunca podrán cobrarse la deuda, los amigos de los amigos, e incluso los partidos políticos que quieren convencer a sus DE-VOTOS de la necesidad y la oportunidad social de quedarse con la gestión descentralizada por el bien de la AUTONO-SUYA.
No sé si alguien creerá que le tengo ojeriza al Ilmo. ministro. Pues no ninguna, pero cuando escribes sobre un papel blanco siempre destaca lo que pones en negro. Y este Blanco tiene mucho de oscuro.