(amapolas)
Haberla, hayla, al menos lo que va quedando de ella, que cada vez es menos, y hay que dosificarla de acuerdo a criterios extrasanitarios. Desde aquí mi reconocimiento a todo el personal sanitario, gracias a los cuales todavía podemos acudir a un centro de Salud o llamar al 061 para que cualquier enfermo sea atendido de manera eficaz.
Las enfermedades, y menos las crónicas, no dan tregua por muy Navidad que sea. Los pacientes hospitalizados siguen necesitando de los cuidados y el tratamiento al que están sometidos, las urgencias no saben de vacaciones, y los episodios o alteraciones repentinas del estado de salud no tienen cita previa.
En este Diciembre que estamos he acudido alguna que otra vez a Urgencias, con mi madre hipertensa, debido a que su tensión arterial ha subido hasta cifras casi increíbles. Pero el día de Navidad le ocurrió justo lo contrario, una bajada súbita de la misma y sufrió lo que el médico diagnóstico como PRE-SINCOPE. Un pequeño susto, del que se recuperó con total normalidad.
El personal de urgencias se presentó en menos de 20′ y realmente quedamos encantados del médico que acudió y el modo generoso en que se nos atendió.
Ahora bien, la hipertensión arterial es sin duda una difícil enfermedad, cuyo tratamiento se convierte en crónico, y la medicación y el control debe ser continuo. Como las causas y los factores que la originan son muy diversos nos encontramos con personas que a pesar de la medicación correcta sufren estos «altibajos» de manera más o menos esporádica, y el stress es uno de los factores que suelen tenerse en cuenta. Pero cuando una persona de edad avanzada, con dolor también continuo, con estados de ánimo alterados, con un largo historial de cirugías mayores, etc. se queda sin alternativas terpeúticas para paliar el dolor, puesto que algunos analgésicos tienen como efecto secundario elevar esa tensión, y su médico de cabecera le dice que tiene que aguantar esos dolores para evitar esos riesgos, se queda totalmente indefensa. Si el dolor genera stress y ese stress genera tambien hipertensión, el médico tiene que elegir entre lo que considera minimiza el riesgo.
Yo soy un poco burro, ya lo sé, pero se me ocurre darle un martillazo en el dedo y sugerirle que se aguante el dolor, a ver qué tal se siente… imagino que no le haría ninguna gracia. Existen otro tipo de tratamientos con opiáceos, no exentos de problemas y reacciones adversas, pero en un anciano, con muchos dolores permanentes, al menos debería valorarse su aplicabilidad. Pero además de eso es que es caro, consume recursos humanos, y cuando se llega a una edad tan avanzada consideramos que es «normal» que tenga dolores…