Estamos en plena época de vacaciones, de trasiego de maletas y de expectativas de descanso y disfrute de nuevos lugares, nuevas experiencias y sobre todo de escapar de la rutina diaria que nos tiene atados a un horario y una disciplina que acaban hastiandonos.
El mundo está ahí, esperando que lo descubramos, y nos ofrece su hospitalidad en cualquier rinconcito al que hayamos soñado llegar en algún momento. Para la inmensa mayoría de personas todo queda en elegir ese destino ansiado, comprar un billete y subir al avión que cómodamente nos dejará a las puertas de nuestro propio paraíso.
Sin embargo aquéllos que «padecen» de aerofobia (miedo a volar) todavía estarán dando vueltas en su cabeza y reprochándose haber renunciado a un maravilloso viaje por el mero hecho de tener que desplazarse en avión.
Las fobias, los miedos irracionales, nos atrapan sin quererlos, sin saber por qué ni cuándo, y acabamos sometiéndonos a ellos con la renuncia a todo aquello que nos haría un poquito más felices, y justificándonos a nosotros mismos con el consuelo de que «podemos vivir sin ello». Y posiblemente podemos vivir sin necesidad de volar, pero hace muchos años que alguien me dijo unas palabras de un psiquiatra que, más o menos, decían: «Si me haces elegir entre lo necesario y lo superfluo, me quedo con ésto último».
Nos merecemos poder cumplir con nuestros deseos, desconectar de todo aquello que no nos aporta más que cansancio o tedio, premiarnos con la conciencia tranquila sabiendo que hemos trabajado duro por conseguirlo, pero sobre todo sin las limitaciones y las restricciones que nos impone un tirano como éste miedo a volar.
He tratado muchas veces este tema, porque pretendo concienciar a los que lo sufren de que tiene solución, de que con algo de paciencia y un ligero esfuerzo, se puede afrontar y controlar ese temor que afortunadamente la neurociencia ha avanzado prodigiosamente en los últimos años, que hay magníficos terapeutas especializados en tratamiento de fobias, que los profesionales de aviación estamos aquí para informar y resolver esas dudas que surgen y que, en definitiva, lo primero que hace falta para superarlo es DECIDIRSE a enfrentarse con ello. Lo demás vendrá a su debido tiempo, y el resultado será una persona más libre para elegir su propio destino.
¡FELICES VACACIONES!.