Ola de frío

 

 

Estamos helados, ateridos, pasmados de frío. Lógico y natural en invierno, y más aún cuando se dan las condiciones propicias para la entrada de aire frío directamente del Norte. Basta con ver el mapa de Isobaras para darse cuenta de que están muy juntas y por ello la intensidad del viento es fuerte, sumándose además la influencia de una alta presión con la de la baja ahora en el sur de Italia.

 

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Pero no quiero extenderme más en la parte que les toca a los meteorólogos y que sobradamente cuentan de manera amplia en todos los foros especializados. Pero sí que voy a «criticar» la alarma que se genera en todos nosotros a través de un continuo «bombardeo» de imágenes y noticias en relación a un meteoro que es tan normal como el calor en verano.

Hay verdadera psicosis con saber el tiempo que va a hacer como si nunca antes hubiera hecho frío en esta época. La mayoría de nosotros, en nuestra vida ordinaria, no dependemos directamente de la meteorología ni de más o menos grados en el termómetro. Sencillamente soportamos el viento y las heladas de la mejor manera que se nos ocurre. Tenemos calefacción, nos movemos en coche o transporte público, y apenas estamos en la calle unos minutos a la intemperie. Otra cosa distinta sería que fuéramos agricultores, o ganaderos, o pescadores… que veríamos en peligro nuestro modo de vida debido a una helada a destiempo, o un temporal con mar de fondo gruesa que impida salir a faenar.

Los urbanitas que somos nos preocupamos de lo que no importa más allá de abstenerse de pasar el fin de semana en la sierra, o evitar un viaje innecesario a cualquier lugar para escapar de la rutina. No pasa nada por disfrutar un par de días de la paz del hogar, leyendo o echando una partidita de cualquier juego de mesa, en familia y/o con amigos. Pero nos empeñamos en maldecir al tiempo por ir en contra de nuestros «caprichos». Si el Lorenzo castiga queremos fresquito, si sopla el viento queremos calmachicha, si llueve queremos sequía, y si truena nos acordamos de Santa Bárbara.

No digo que no debamos estar interesados en las condiciones meteorológicas, en el tiempo que vamos a tener, tan sólo digo que sea éste cual sea, nos empeñamos en ir contra la naturaleza independientemente de sus leyes. Es siempre verdad que «nunca llueve a gusto de todos» y el frío está tan mal visto como el exceso de calor.

La gente mayor siempre habla de las heladas del año 19.. que reventaban las tuberías de unas casas que como mucho disponían de un brasero, muchos pueblos quedaban incomunicados durante semanas y se recluían en casita a base de leña en la lumbre y buen trago del porrón. He visto imágenes de Salamanca con el Tormes completamente helado y gente sentada en el centro del río jugando a los naipes sobre una mesa con cuatro sillas. También llegué allí con una ola de frío y la primera noche cayó el termómetro a -8º C. Y no me pasó nada. Me tenía que duchar con agua NO caliente aprovechando que la temperatura ambiente era de unos 20º C, y estaba ya todo el día como una «moto», con la mente despejada y el cuerpo «curtido» como cuero viejo. Y en la cocina de casa se mantenían los alimentos sin necesidad de frigorífico, porque no superaba en ningún momento 1º C. No digo que fuera agradable, pero es lo que había mientras encontraba un piso mejor para vivir menos austeramente.

Ahora me toca ir y venir a Madrid, por obligación, y claro que me informo de lo que puedo esperar en la carretera, si puede haber nevadas, si me encontraré con hielo o con niebla o si me pondré las lentillas de sol. Evidentemente muchas personas nos vemos afectadas por la meteorología, seguramente todos, pero nunca hasta el extremo de vivir con pánico una circunstancia natural.

Afortunadamente los medios de Protección Civil cada vez son mejores y más eficaces y las carreteras principales suelen estar en buenas condiciones incluso en condiciones adversas. Las previsiones cada vez son más precisas y acertadas, por lo que hay tiempo suficiente para estar preparados para estas contingencias, y salvo cambios muy bruscos e imprevisibles, no debería haber excesivos problemas. Gracias a ellos llevo el coche como en «salmuera», salpicado de sal por toda la carrocería, pero convencido de que esa sal garantiza mi seguridad y en un túnel de lavado volverá a recuperar el brillo de la pintura en un par de minutos.

 

 

Acerca de Carlos

Expiloto de líneas Aéreas, aficionado a las artes: Pintura, Literatura, Música, Fotografía, con ganas de divulgar aquello que he vivido a lo largo de mi experiencia profesional y humana..

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