Como región amplia que es y además sin un concepto claro de lo que se incluye en el mismo, digamos que Oriente Medio ni es del todo oriente ni mucho menos es occidente. O sea algo en mitad de todo y que puede ser el nuevo centro del mundo mundial.
Estamos asistiendo a una nueva concepción de ese orden sin que nos lo cuenten de manera abierta. Nos asustan con el desarrollo nuclear de Irán, nos ofrecen las sucesivas revoluciones que han modificado ya todo el norte de Africa, El Magreb casi totalmente (Libia, Egipto, etc.), ahora sigue creciendo la represión en Siria y, por supuesto, Israel en medio de la vorágine revolucionaria de tintes religiosos entre el Islam y el Judaísmo.
Y si hurgamos en el pasado remoto a través de la historia podemos ver que ha sido similar a lo largo de miles de años. Oriente Medio fué el paso obligado al comercio de todo tipo de bienes extraordinarios entre Extremo Oriente y Occidente. Marco Polo abrió rutas comerciales, las caravanas traían sal, volvían con sedas, y fueron y vinieron allá donde había intercambio de bienes. Controlar ese tráfico fué siempre objeto de ambiciones por parte de muchos y por tanto el causante de interminables guerras por gestionar la riqueza…
Y bajo la arena estaba ahí el petro – oleum, el aceite de piedra, que se hizo necesario con el desarrollo industrial auspiciado en Occidente. Abandonamos poco a poco el carbón, nos sometimos al valor del petróleo y basamos nuestra economía en la producción y consumo de bienes que necesitan de esa materia prima para existir. Primero como fuente energética y después como componente de todo aquello que se realiza a través de síntesis químicas con él.
La economía occidental depende fundamentalmente del proceso de transformación del petróleo y de otras materias primas que están en otras zonas siempre en guerra, me refiero a Africa, donde tienen para su desgracia muchos minerales que son actualmente estratégicos para las nuevas tecnologías, como el COLTAN, así que Ruanda, El Congo o Etiopía tienen bajo sus pies lo que Occidente desea, y por tanto sus nativos son una molestia para dominar ese comercio.
Hablamos mal de los chinos por tener cuatro tiendas baratas y dos restaurantes con palillos, y creemos que el resurgir de China sólo se debe a que trabajan como chinos y que son muchos haciendo de esclavos para fábricas occidentales. Y ahora se van dando cuenta de que les hemos llevado el negocio servido en bandeja y son capaces de crear tecnología propia, y además inundar el mundo de productos más baratos que lo que nosotros somos capaces de producir. Pero creo que pocos de nosotros hemos reparado en que no es sólo eso lo que les está aupando a la cabeza del desarrollo en este nuevo mundo, porque además poseen más riqueza en el subsuelo de lo que nos vienen contando de manera oficial. Y lo de las tierras raras, los lantánidos, les queda hasta como algo exótico.
La economía occidental ha sufrido un revés autoalimentado por su propia ambición, vendiendo papel y humo en forma de fondos de inversión «ficticios» que han provocado la ruina de muchos. Mientras los países emergentes siguen teniendo bienes tangibles y vendibles. Ellos serán los nuevos líderes salvo que como casi siempre, la fuerza de la razón se les imponga a base de bombazos, cosa que tampoco me sorprendería demasiado. No suele importar mucho hacerse rico y poderoso con los bienes ajenos, aunque haya que aniquilar a quien se resista a ser conquistado.
Emirates, Qatar, Kuwait, Arabia… tienen petróleo y se han hecho más que ricos con su venta. Ahora ya están comprando tecnología y copando sectores como la aviación. A ellos no les afecta el precio del combustible, son ellos los que lo venden a los demás, y cuando en Europa y Norte América sufrimos el incremento del precio, las empresas de aviación se ponen muy enfermas y muchas acaban muriendo. No importa que preparemos una low cost, que abaratemos el sueldo hasta el equivalente en yuanes de un chino, que evadamos impuestos a paraísos fiscales, porque al final tendremos que comprar petróleo a los que lo tienen, y ellos marcarán el nivel de supervivencia en el límite que quieran.
Seguir la evolución de las compañías aéreas de estos países es un reto a la imaginación. Están desarrollando a lo bestia en plena crisis, porque tienen lo necesario: dinero y petróleo. Están expandiendose como nunca antes se hubiera podido imaginar nadie. Y cuando nos demos cuenta de verdad lo que ha pasado, tendrán en sus manos el control casi total de los vuelos internacionales y la mejor flota de aviones, con los mejores profesionales de todo el mundo, y monopolizando el mercado porque su fuerza es su petróleo.
A mí sinceramente me importaría muy poco que nuestros sueldos se generaran desde Doha, o Dubai, o desde Pekín. Me importa un bledo que Irlanda se lleve la pasta del low cost por ahora y que Iberia Expréss vuelva a ser un producto residual de nuestra Iberia. No nos hemos dado cuenta de que estamos compitiendo en un negocio que ya tiene dueño y estos experimentos financieros sólo sirven para prolongar algunas agonías y seguir haciendo ricos a los que gestionan el tinglado falseado de una realidad económica basada en la especulación.
Ha llegado la hora de pagar las facturas atrasadas y adaptarse a los nuevos jefes. El pobre Zapatero no andaba muy desencaminado cuando proclamaba su alianza de civilizaciones. Pero no era cuestión de civilización, ni de cultura, porque lo que se cocía era la alianza económica y el «regateo» en el zoco. Era sólo cuestión de dinero, y de ser amigo de quien lo tiene y te lo puede prestar, de cambiar productos por petróleo y de hacerse un buen cliente con trato preferencial. Nada más, y nada menos. Hizo algún escarceo voluntarioso con otro que tal de Venezuela, por la misma razón.
Pero todo esto no nos lo dicen con claridad nunca. Hacemos pactos con ángeles y con demonios, vendemos nuestras almas al diablo mientras rezamos rosario en mano para que Dios nos proteja. Nada ha cambiado desde los fenicios y aquí en España hemos vivido las tres culturas con tal de sobrevivir. Tan pronto fuimos cristianos viejos como mudéjares, ora soy romano o me convierto al Islam. Nos hemos vendido siempre al mejor postor, o nos hemos rendido a la fuerza de las armas. Y somos la quintaesencia de muchas razas, de muchas religiones y en nuestros genes tan «españoles» tenemos sangre mora, sangre judía, sangre gitana, sangre de incas y de aztecas… y somos como somos gracias a lo que fueron todos ellos.
Ahora las cosas se centran en Oriente Medio, y si no caemos en la ambición de nuevo deberíamos dejar que las cosas sucedan de manera natural. Pero me temo que Occidente vuelva a querer seguir siendo el director de la orquesta a base de «excusas» que justifiquen una forma de vida que se basa en robar a los dueños de esos bienes SUYOS y que tanto ¿NECESITAMOS?.
LA PAZ ESTE CON VOSOTROS… Insha’Allah (Si Dios quiere)
God save the Queen!!