Otro curso

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Ha comenzado el curso y todo parecería que ha cambiado. Pero todo sigue igual. Los mismos pupitres, los mismos compañeros y los mismos maestros.
Me gusta la palabra maestro. Encierra una esencia de persona que quiere enseñar, de ayudar a los demás en su formación, que a mi parecer se difumina con lo de profesor. El profe, para los chavales. También me gusta la palabra escuela, más que la de colegio. Mis hijos me llaman anticuado por utilizar estos maravillosos vocablos con los que me siento más identificado.He impartido clases de diferentes materias y de disitintos niveles. Y siempre he llegado a la misma conclusión : Es muy dificil. Por ello he considerado siempre que la labor del maestro es la más importante para una sociedad.

Son ellos quienes han de despertar en los niños o jóvenes el amor a la cultura, a aprender y mejorar cada día un poquito más. Gracias a un solo buen maestro se han ganado muchas personas para la ciencia, las artes o las letras. Con uno solo malo se perjudica a un montón de niños que acabarán odiando una determinada materia, si es que no llegan a borrecer la escuela.

Mi abuelo materno no tuvo la suerte de encontrar aliciente en asistir a la escuela del pueblo. Llegaba a amenazar con tirarse a un pozo si era obligado a hacerlo. Así que no pasó de leer su nombre. ¡Una pena!.

Ahora hay que ir obligatoriamente a la escuela hasta los 16 años, así que la mayoría de ciudadanos descifran algo más que su propio nombre. Incluso aprenden a escribir SMS. Otra cosa es que interpreten adecuadamente lo que ven escrito. En cuanto al cálculo no tienen ningún problema (tirando de calculadora). De geografía andan sobrados (Para eso ven la vuelta a España). En idiomas han avanzado mucho los métodos y por eso casi todos pronuncian perfectamente el «co«. Todo se ha hecho mucho más familiar, ahora prácticamente todos somos «tíos» o «tías» de nuestros interlocutores. Hemos progresado un montón en educación general.

En cuanto a lo que conocíamos por «urbanidad» o «buenos modales» hemos perdido un poco de ñoñería. ¿Por qué hay que ceder el asiento a un «viejo» si yo también estoy cansado?. ¿cómo que pase usted primero?, ¡que hubiera llegado antes!. Hay cientos de situaciones donde notamos el gran avance social quienes hemos visto nacer la democracia en España. Ahora tenemos libertad para hacer lo que nos apetece sin tener que dar cuentas a nadie. ¡Faltaría más!. 

Ahora han incluido en la ley de educación una nueva asignatura: Educación para la ciudadanía y, sinceramente, no sé de qué va. He oído mucho a favor y en contra de ella. Pero no me había molestado  ni siquiera en buscarla en la red. (Ahora ya la he buscado). Mis hijos no van a estudiarla y yo me considero suficiente buen ciudadano como para no tener que hacerlo.

Unos dicen que es una manera de adoctrinar a la juventud. Otros que prefieren la enseñanza religiosa. Los de más allá que se incluya de nuevo el Latín. Estos de aquí que se incluyan más horas de matemáticas. Vamos que para poder dar gusto a todos…

Sí que es cierto que hay demasiados cambios en las leyes de educación. Yo he perdido la cuenta de cuántos sistemas de enseñanza he «sufrido» a lo largo de mi vida de estudiante. Mis adolescentes creo que han ido a uno por año más o menos. Pero todavía recuerdo con cierta ironía nuestras clases de FEN (Formación del Espíritu Nacional). Aquello era realmente divertido. Nos hablaban de los Teledirigidos Tupamaros Interestelares.  Del contubernio Judeo-Masónico como origen de muchos de nuestros males patrios. Y año tras año, se retransmitía en la TV Española, la cantidad de años que llevábamos en PAZ. Así que en este ambiente todos deberíamos habernos convertido en, mínimo franquistas, y si acaso haber sido cuando menos conservadores. Bien es cierto que había maestros que intentaban compensar de algún modo aquellos mensajes, dándonos otros del otro lado de las ideas. Llegamos a tener como profesor un «cura comunista«, párroco y pintor de brocha gorda cuyos trabajos en historia siempre eran de la biografía de Lenin, la economía soviética y las granjas comunitarias, los koljosts, etc. (¿qué habrá sido de este buen cura que circulaba en una motocicleta que se caía a pedazos?). En definitiva que información no nos faltó. 

Pero los infantes de nuestra época sabíamos que escribiendo el cuaderno limpio ya teníamos casi el aprobado. La balanza de pagos siempre se inclinaba del lado español y ya tenías un seis. Gracias al turismo de los años 60 conseguías el siete diciendo que estabas dispuesto a atender amablemente a los turistas. Si en algún momento conseguías colar algo del Generalísimo, como que había aumentado la capacidad de los embalses, o que gracias a sus dotes de estadista se habían establecido de nuevo relaciones diplomáticas con algún país, ya tenías garantizado el notable. El sobresaliente estaba a tu alcance en cuanto pedías información para los campamentos de verano que organizaba La OJE o el Frente de Juventudes  (las clases humildes era de la única manera que podíamos ir de vacaciones). La matrícula de honor casi siempre la ganaban los hijos de familia numerosa (más de ocho o diez vástagos).

Como veis os he hablado del pasado. Y creo que a la mayoría no llegaron a «comernos el coco», aunque lo intentaran. Aprendimos a ser un poco hipócritas ya de niños con una «malicia» innata que nos ayudó a progresar a base de esfuerzo.

Hoy supongo que nuestros niños tampoco se dejarán influenciar por otras modas de la enseñanza. Tendrán que «capearlas» como puedan. Pero lo que siempre permanece es la inteligencia y para desarrollarla al máximo hacen falta buenos maestros.

¡Gracias a los buenos maestros que he tenido!, ¡de corazón!.

Acerca de Carlos

Expiloto de líneas Aéreas, aficionado a las artes: Pintura, Literatura, Música, Fotografía, con ganas de divulgar aquello que he vivido a lo largo de mi experiencia profesional y humana..

2 respuestas a “Otro curso”

  1. Pingback: maestro - educador

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