Será que nos han salido mocos, o que tenemos que enjugarnos las lágrimas, pero hablar tanto de pañuelos me parece un debate de mocosos.
La Sra. Cospedal se echó encima un pañuelo Castellano-Manchego, típico de la zona donde daba su charla. Le dijeron que eso no estaba bien y que era un pañuelo palestino (Kufiyya)… Yo, a parte del cachirulo aragonés, conozco algo más de la riqueza de vestimenta popular gracias al grupo Somerondón del que fuí miembro de su rondalla. Este grupo nació con un afán de recuperar bailes, cantes y vestuario casi perdidos en la memoria de los mayores y no dejar que muriesen con ellos. Así que se invirtió muchísimo dinero en comprar atuendos originales y sobre todo hacer réplicas de cada uno de ellos con las telas más semejantes y los colores y bordados típicos de cada zona. Abalorios, peinados, mantillas, cualquier cosa que fuera original y auténtica. Este es su legado patrimonial.
Así que pronto desaparecieron los «pololos» de los grupos de coros y danzas de la Sección Femenina y se bailaban las jotas con un estilo purista, con sus enaguas, sus pañoletas o sus mantones, aderezados con las joyas de la abuela y acompañados por la rondalla en la que se fueron incorporando instrumentos poco habituales, guitarrico, tambor de piel de cabra, las cucharas, el almirez, la dulzaina o el acordeón. Finalmente la gaita de boto y cómo no las pieles de los pastores, los zurrones y un larguísimo etcétera. Así que diríamos que Somerondón fué un museo Etnológico ambulante y muchísimos aragoneses buscaron en sus baules alguna pieza que ahora lucen con orgullo, de sus antepasados, cuando acuden a la ofrenda de flores o de frutos a la Virgen del Pilar.
España es riquísima en variedad de folklore, de tradiciones, de músicas y la Jota es el baile más extendido en toda ella. Con sus variaciones y formas de interpretar un ritmo de 3/4.
Que se ponga un pañuelo o pañoleta sobre los hombros, como al desgaire, no tendría que haber tenido ninguna repercusión, porque cada uno entiende la elegancia a su manera. Yo soy incapaz de ponerme un cachirulo al cuello, porque se llevaba como protección en la cabeza y a ser posible con un sombrero de paja en el campo. Pero en fiestas se ha popularizado anudarlo al cuello para anunciar que uno se siente parte de ese legado, aunque sea con un cacho de tela mal puesta.
A los que la critican por usar un pañuelo típico con tan poco acierto les sugiero que vean algunos trajes típicos de Castilla La Mancha. Seguro que encuentran otros mucho más bonitos y mejor puestos, en su sitio. Pero que un guiño a la tradición sea motivo de revancha política me parece sencillamente mearse fuera del tiesto.
Y eso que a este otro también le dieron lo suyo por ponerese de verdad un kufiyya…