Presurización

mountblanc04.jpg   http://es.wikipedia.org/wiki/Imagen:MountBlanc04.jpg

El sistema de presurización de los aviones es el que nos permite volar a los seres vivos en un ambiente apto para poder respirar.

Ya he contado anteriormente que a medida que se asciende la concentración de oxígeno disminuye, así que se ha establecido una altitud saludable de unos 10000′ (pies) como nivel «confortable» en el que la proporción de oxígeno es suficiente para no tener que notar el antiguamente conocido como «mal de altura».

Todo el que haya volado durante un período de tiempo largo habrá notado que, al bajar del avión, se encuentra excesivamente cansado a pesar de no haber realizado ningún esfuerzo físico durante todo ese tiempo. El motivo es el «enrarecimiento» del aire. Hemos estado respirando aire «pobre» en oxígeno y nuestro organismo se ve afectado en conjunto, aportando mayor riego sanguíneo a las zonas vitales, mientras que reduce el flujo a zonas menos utilizadas, como por ejemplo los músculos. En definitiva que salimos un poco entumecidos por la «sentada» y además como si nos hubiesen dado una paliza. Estos sintomas desaparecen de forma rápida en cuanto volvemos a respirar aire puro.

Para poder mantener la presión en cabina hasta ese nivel prefijado hay que «insuflar» aire en el interior del avión mediante aire comprimido que se extrae de los motores. Dicho aire se utiliza a su vez para regular la temperatura en el interior. Ello se consigue mezclando este aire caliente con una cantidad de aire del exterior para obtener una temperatura de confort alrededor de los 23º C. El aire presente en el habitáculo se hace «recircular» a lo largo del mismo para «economizar» combustible. Esto se comprende porque la compresión se hace utilizando parte de la potencia del motor a tal fin. No obstante el aire queda totalmente renovado en unos pocos minutos.

Estos procesos de compresión, mezcla y renovación del aire se realizan de forma totalmente automática por lo que muchas veces habreis tenido sensación de frío o de calor excesivos o bien «petardazos» en los oídos fuera de lo normal. Ello es debido a que en algún momento el modo automático no opera «tan fino» como sería necesario. Cuando en la cabina de pilotos tenemos que «reajustar» manualmente estos parámetros, la reacción del sistema es mucho más brusca e inmediata que la regulación automática, por lo que cualquier actuación nuestra ha de ser «exquisita». Generalmente la/el sobrecargo nos avisa de que el pasaje tiene frío o calor así que procuramos regular la temperatura muy poco a poco, porque de lo contrario pasamos del clima polar a una sauna finlandesa sin escala en los trópicos.

Para evitar que la presurización siga actuando por encima de un nivel máximo y que el avión se convierta en un globo que se hincha sin cesar, se utilizan las «outflow-valves». Estas válvulas estan «taradas» a una diferencia de presión entre el interior y el exterior máxima a partir de la cual éstas permanecen abiertas y el avión ya no aumenta la presión en la cabina. Desde ése momento cuanto más suba el avión, menor presión real tendremos dentro.  A los niveles máximos de crucero los actuales aviones de pasajeros suelen mantener una presión real interna de unos 5000 m. Es como si hubiesemos escalado el Montblanc (4808 m.) de un tirón.

Felices escaladas, digo… vuelos.

Os adjunto este video curioso sobre la máscara de oxígeno.

5 respuestas a “Presurización”

  1. Hola me da gusto saber de ti, mi duda es q aparte de la falta de oxigeno, la presión de la altura podría deformar la estructura del avión? pienso q la presión ya en esa altura sería muy peligroso y quiero saber de también sirve para esto la presurización de los aviones

  2. Gracias por la informacion me fue muy util buen video
    yy eso q soy estudiante de mantencion de aeronaves y eso me estan pasando
    Gracias
    chao

  3. ¡Que bien me lo paso leyendo tus post! Además me traen recuerdos.
    Te cuento: Subiendo al Pico Bolivar en Venezuela (5000 m.) en un teleférico de cuatro tramos que llegaba hasta los 4800 m aprox. a partir del segundo tramo había carteles en rojo que advertían «No correr, no realizar movimientos bruscos, andar despacio», yo frotaba los zapatos en el suelo y observaba que no era deslizante y mi pensamiento era «Estos tíos están…»
    Subíamos 8 ó 10 compañeros y al finalizar el último tramo dos de ellos se desmayaron, los carteles de asistencia médica estaban por todos los sitios y los llevamos rápidamente a ellos. Allí había unas 6 u 8 personas esperando cola y es donde nos enteramos que era el mal de altura.
    Nos comprobamos las pulsaciones y se habían disparado, los desmayados se recuperaron, pero estuvieron un rato con oxígeno.

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