Después de la tempestad que se ha producido en el sector aéreo con la amenaza de una huelga de controladores, ha llegado una «tregua» en el clima de crispación provocada.
Afortunadamente para este país, un par de miles de personas han decidido no darle un puntillazo a la piel de toro, y dejar que agonice lentamente gracias a la labor del maestro y su cuadrilla. Eso es tener sentido de Estado.
Me siento orgulloso del ejemplo de sensatez que han demostrado desde el sindicato USCA, que a pesar de contar con un 98% de votos a favor de hacer esta huelga, han decidido no utilizar este derecho en un momento crucial para la economía nacional. Por ello han emitido un comunicado explicando las razones por las que han tomado esta dificil decisión.
De lo que suceda a partir de ahora, de cómo llegan a acuerdos con AENA y el ministerio de Fomento, del futuro profesional de esta gente, de sus condiciones laborales hoy por hoy insoportables, y el deterioro irremediable ya de una profesión a la que han vilipendiado de tal manera que nunca volverá a recuperar su caracter de servicio público. En fin, ojalá que acaben bien la historia.
Desde mi modesto punto de vista, han hecho un sacrificio inútil relegando sus intereses particulares a un último plano, en beneficio de una sociedad que ni se lo va a agradecer ni quiere entender la causa justa que tienen planteada con el Ejecutivo. Acabarán siendo diluidos en una diáspora de servidores privados, trabajando «a destajo» y con pocas o ninguna garantía laboral. El segundo convenio de controladores será un tránsito hacia la extinción de una estirpe de gente sensata y dedicada a su trabajo de manera total.
Con la creación de nuevos centros de formación, menos exigentes y más lucrativos, conseguirán en el plazo de dos o tres años saturar el mercado laboral de controladores aéreos. Después de haber pagado un curso carísimo, saldrán a la calle con un diploma acreditativo de controlador básico de torre. Echaran currículums aquí y allá hasta encontrar una empresa en la que aplicar lo poco que en ese momento sabrán de cómo controlar en una torre. Algunos incluso conseguirán acceder a ser controladores de aproximación y por supuesto a Jefe de sala. Pero el resto serán simplemente uno más del montón, y si son un poco «peleones» dejarán el asiento a los que hacen cola a la puerta para encontrar trabajo.
¡Qué pena!. Igualito que hicieron con los pilotos de líneas aéreas. El principio de igualdad social hace que en lugar de subir el listón y buscar la excelencia profesional, se minimice el esfuerzo personal y las ganas de mejorar. ¿Todos con las mismas oportunidades?, ya no, porque para empezar hay que tener dinero para optar a este tipo de trabajos.
Esto es lo que hay en nuestro país, cada vez menos recursos para cualquier enseñanza pública, y más facilidades a los empresarios que ofrecen esa formación de manera privada. Debe ser la moda importada -cómo no- de EE.UU. Pero aquí copiamos sólo lo que nos interesa y luego lo aplicamos al estilo español, a lo compadre. Cualquier día de estos nos ofrecen lo del chiste de Lepe, cuyo alcalde proponía, a modo de prueba, circular por la izquierda, como los ingleses, y si todo iba bien al año siguiente se aplicaría la norma también para los camiones…
Privaticemos todo, hagamos una sociedad privada ilimitada, y llenemos de la misma miseria a todos por igual.
Lo único que quiero añadir para terminar, es darles las gracias a los controladores por esta muestra de cordura y solidaridad con los ciudadanos. Lástima que su sacrificio vaya a ser en balde.
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