Servicio de habitaciones

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Debe de ser política de los hoteles que nadie sufra de «soledad» mientras se es huésped de los mismos. Tanto es así que desde primeras horas de la mañana te «visitan» constantemente para dispensarte todo tipo de servicios.

Cuando no es para «reponer» (revisar) el minibar, es para «arreglarte» la habitación, ¡ ni que pensaran que la habíamos arrasado durante la noche !. En fin que si por «necesidades de servicio» te has acostado algo tarde, por las mañanas es imposible dormir. ¡Lo juro!. Tampoco sirve de nada que hayas colgado el «DO NOT DISTURB/NO MOLESTEN».

A lo que íbamos, para poneros en antecedentes tengo que informaros de que padezco una alergia a los ácaros que me provoca «congestión nasal», así que en los hoteles con moqueta lo paso de «gangoso». Suele ocurrir que el sistema de calefacción/refrigeración es por bomba de calor, así que la regulación de temperatura de las habitaciones se realiza a base de «remover» el aire. Ello hace que la textura de mis mucosas se vaya asemejando paulatinamente a un estropajo. Por todo ello suelo pasar las inclemencias del tiempo como buenamente puedo. Vamos que me aso o me jo… de frío.

En un hotel de Las Palmas me encontraba a la hora de la siesta, tumbado en la cama con algo de calor húmedo y sudando por todos los poros de mi cuerpo. Así que me había despojado de toda la ropa (estaba obviamente desnudo) y procurando no pestañear por aquello de evitar la transpiración, cuando de repente se abrió de golpe la puerta y me ví de esta guisa frente a frente con una «camarera» del hotel. Ni me dió tiempo a cubrirme con algo. Ella, con total tranquilidad me balbuceó una disculpa y se marchó con una naturalidad propia de quien ya ha vivido situaciones parecidas en más ocasiones.

Allí estaba yo todavía pensando si enfadarme o tomármelo como un «gaje del oficio», cuando de nuevo se repite la situación pero esta vez con otra chica diferente. ¡No me lo podía creer! no había pasado ni un minuto y volvía a estar en pelotas frente a una desconocida.

Imagino que los comentarios entre ambas serían de: Entra ahora que hay un tío en bolas, o a la novata le gastaron una «bromilla» o querían ver la calidad de «mi material». No sé lo que se dirían pero yo, por si acaso, retiré la sábana y me preparé para otra «visita».  

Realmente el celo profesional de las empleadas de hotel era de entrega total al servicio del cliente. Supongo.

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