Hacía muchísimo tiempo que no tenía que tomar la dura decisión de no presentar a una tripulación a la verificación de competencia en un curso de «refresco», cuando se supone que un piloto profesional en activo está perfectamente capacitado para volar con total SEGURIDAD a pesar de cualquier circunstancia adversa.
Es el lado amargo de la enseñanza, el juzgar a una persona a la que además le tienes afecto es muy complicado, pero ante todo debe prevalecer la objetividad y sobre todo la RESPONSABILIDAD.
Aquellos que nunca se han sometido a unas duras sesiones de entrenamiento, con dificultades que rallan en el límite de lo posible, y con la incertidumbre de pasar cada vez por una prueba de la propia capacidad profesional le añade un grado más de dificultad a la pericia que deben demostrar.
Siempre se habla del factor humano, de que en última instancia el piloto va a ser el responsable de lo que pueda ocurrir, y por tanto el trabajo tan duro que se hace en el entrenamiento consiste precisamente en evitar en la medida de lo posible ese error. Para ello se ha venido desarrollando un proceso de aprendizaje basado en la coordinación de los recursos de esas tripulaciones (técnicas y TCP`s o sea pilotos y azafatas), y que conocemos como CRM (Crew Resource Management).
La confianza en uno mismo, la delegación de funciones, la supervisión continua de cualquier anomalía por simple que pueda parecer, la abstracción de tu entorno personal, la prevención ante lo imprevisible, la inmediata adaptación a una situación anómala, la determinación de prioridades, la toma de decisiones y un larguísimo etcétera de factores que forman ese entramado que llamamos psicología, son en definitiva los que nos permitirán actuar como se espera de nosotros en una EMERGENCIA.
Muchos datos a valorar, muchas horas de entrenamiento para que nuestro cerebro se ejercite en esa forma de actuar que no es fácil nunca y mucho menos cuando las cosas vienen mal dadas. No importa lo que esté ocurriendo si sabemos qué hacer y cómo hacerlo, si mantenemos en todo momento la conciencia de la situación y tomamos la decisión adecuada sin dejarnos llevar por las emociones, tan sólo centrados en una tarea complicada pero que la mayor parte de las veces tiene una salida que no comporta mayor dificultad si lo hacemos correctamente…
Tenemos la obligación de romper cualquier eslabón de una cadena que lleva siempre al error, y esa cadena comienza con el eslabón más resistente, el que abre y cierra la misma, y ese eslabón no es otro que una adecuada INSTRUCCION. Si en el instructor surge la duda de que en un momento dado alguien sea capaz de parar la sucesión de acontecimientos que se le pueden presentar sin la solvencia exigible, debe asumir su decisión y continuar con la instrucción hasta que la GARANTIA de seguridad esté totalmente demostrada, de lo contrario acaba siendo el primer punto de origen de ese error humano que no nos podemos permitir nadie.