El hecho de que Trasmoz sea más conocido como centro de brujería y de aquelarres que por su propia historia nobiliaria, es un tanto sorprendente para los que no estamos demasiado convencidos de la existencia de las brujas. De todos modos las supersticciones y la creencia en seres fantásticos más o menos bondadosos, de brujas buenas o de magia negra, de hadas o de demonios es algo propio de todas las culturas y religiones, así que dejemos que cada uno de rienda suelta a su imaginación y decida en qué creer o no creer.
Sea como fuere, la visita a Trasmoz es obligada en cualquier momento que pases por la zona. Desde la lejanía su castillo domina la llanura que circunda al Moncayo y te invita a subir hasta el cerro para otear desde su cima la grandiosa panorámica que se disfruta.
El estado semirruionoso que presenta el mismo, es testigo del declive de una forma de vida medieval, en la que sus originarios propietarios fueron alternandose en señoríos y dominios, pasando de la época netamente feudal a la actual situación donde el espíritu de los nobles parece vagar sin saber muy bien dónde ubicarse.
Bécquer se inspiró en las historias locales para escribir una serie de relatos de «terror» recogidos en sus Leyendas durante su estancia en Veruela para recuperarse de la Tisis (Tuberculosis) de que estaba aquejado este romántico poeta.
En la actualidad La Asociación de amigos de los Castillos de Aragón organiza diferentes actividades, entre las que hoy hay que destacar la jornada por la Luz de las Animas. Han elaborado el siguiente programa de actos.
De todos modos no sólo se organizan actos en relación a las brujas, sino que también hay poesía en recuerdo del poeta y jornadas de poesía del miedo… uhhhh!.
Si esto os anima a pasar por allí durante la tarde de hoy seguro que no os arrepentís. Ahora que si veis alguna bruja, será seguramente cosa de brujería…
Gracias por los comentarios. Excelentes posts, adios!
Vaya con las brujas de los hayedos. Seguro que has estado, pues, en Zugarramurdi, en la cueva tuya y de tus amigas. Je je. Allí también estuve, y realmente el paraje es extraordinario, con la gran cueva imaginándote con tus brebajes y elixires d’amore, con tus pócimas y tu nariz crestosa y costrosa. Arggg!, me dan escalofríos… me quedo con la idea de una Lamia menos bruja y más ninfa. es que si no sueño por las noches y tengo «canguelo». 😉
Estuve en Trasmoz hace un año. Coincidiendo con la celebración de un mercado medieval al que acudían los hermanos de una amiga, descubrí un pueblecito encantador.
Y, las que somos un poco brujas, si que tenemos la capacidad de sentir ese ambiente misterioso que rodea al municipio.