España no tiene mentalidad sajona, porque somos «latinos», mediterráneos, y a veces viscerales en extremo, por tanto nos mueve demasiadas veces la pasión y , por qué no decirlo, la falta de reflexión.
Pecamos también de ser románticos y poco pragmáticos, o sea prácticos, y nos dejamos llevar por el ímpetu fogoso y temperamental que tan pronto produce «genios», como extravagantes y absurdos botarates. (botarate.(De botar, saltar).1. m. coloq. Hombre alborotado y de poco juicio. U. t. c. adj.).
Ahora estamos a punto de sufrir o, tal vez, disfrutar de un rescate económico que se supone dará estabilidad a un agujero bancario que han construido a base de tesón, y esfuerzo continuado un grupo de botarates (2ª acepción del DRAE: 2. m. Can. y Am. Persona derrochadora, manirrota. U. t. c. adj.).
Con esta justificación de ahorro a cortísimo plazo están dejando la Universidad Pública como un espectro en pena que recorre los pasillos de los aularios buscando financiación. Suben las matrículas, reducen dotación a los rectores, recortan becas de investigación, becas de estudio y una batería de medidas cuyo último fin es evitar gastos, ocurra lo que ocurra. Y lo que ocurrirá nos saldrá muy caro.
Están privando a la Universidad de su carácter de UNIVERSALIDAD de los conocimientos y de transmisión de saber, y búsqueda de nuevos modelos de pensamiento, y profundización o modificación de lo que está todavía por mejorar. Nos estamos quedando parados en determinados conceptos, cuya significación o no es clara, o incluso parte de premisas equivocadas, por lo que lo que inferimos en estos silogismos nos lleva a conclusiones erróneas. Estamos tirando por tierra el planteamiento deductivo, el razonamiento y la lógica, el método científico, y por ello «hipotecando» el futuro en manos de una «burbuja educativa» que estallará en menos de una generación.
El acceso a la formación, las ganas de aprender, el esfuerzo intelectual, no tiene nada que ver con la extracción social de la persona. No podemos permitirnos dejar fuera de la universidad a un cerebro brillante colocado en el cuerpo del hijo de una familia sin dinero. No debemos privar a la Universidad de buena materia prima a la que darle forma y hacer que crezca su potencial de manera que «revolucione» alguna rama del saber ancestral. Ni tampoco podemos dejar que un licenciado (graduado) tenga que «salir zumbando» de un país que lo necesita más que nunca, por mucho paro que tengamos. Si eso ocurre se escapa de la razón, de lo razonable y por tanto es IRRACIONAL.
Y puesto que no tenemos mentalidad sajona, nunca creo que veamos una universidad privada en la que el prestigio lo gane a base de dar la mejor formación y mayores posibilidades de desarrollar las capacidades del alumno. Me temo que no seremos capaces de «imitar» a Harvard, ni a Cambridge, o cualquiera de las mejores valoradas del mundo. Porque aquí la enseñanza privada se ve exclusivamente como un negocio, una forma más de aprovecharse de la necesidad de una persona de ganarse a sí mismo cada día y crecer en sabiduría y conocimiento. Y eso además de caro, acaba empobreciendo todavía más al propio país, que somos todos.
Dejadme que acabe con esta versión extraordinaria del GAUDEAMUS IGITUR.