Cuando alguien de niño, o de adulto, siente el impulso de volar, tiene que hacerlo, como sea y a donde sea. Disfrutar de volar, ir hacia los pájaros y acompañarles, ver la vida desde otra perspectiva… sencillamente volar.
Ayer mi primo Felix me hizo un regalazo de viaje, saliendo desde el aeródromo de Villanueva de Gállego hacia Herrera de Pisuerga, con parada de «cortesía» en el aeródromo de San Torcuato (Rioja). Y con una forma de vuelo de la que los profesionales de aviación solemos alejarnos paulatinamente conforme vamos «ganando» experiencia y volando exclusivamente en IFR (vuelo instrumental). Los apasionados de volar de una manera más natural, acaban volviendo al origen, y muchos pilotos de línea aérea buscan en los ultraligeros una manera de seguir volando por placer, sin tener que ajustarse a unos estrictos procedimientos, horarios, y centrados en un vuelo altamente tecnificado que apenas te permite disfrutar de las vistas y de las sensaciones que son las que te convirtieron en profesional.
Cuando ves un ultraligero por primera vez, sientes que la sencillez es casi una abstracción. Unas alas, un motor y un par de asientos. Y de verdad que no hace falta nada más que eso… bueno una persona que se suba y lo eche a volar. El resto es puro disfrute.
Sabiendo que la meteorología es lo primero que debes garantizarte, unas cartas (mapas) que te permitan seguir tu ruta, una brújula y a navegar en visual. Y eso es lo que hicimos ayer, volar y volar, navegar, y disfrutar del día.
Evidentemente es necesario empezar de cero, acumular conocimientos y experiencia, practicar y dejarse guiar por quienes te dan todo lo que han acumulado a base de tiempo, y seguir sus enseñanzas de manera que nunca dejes nada dependiendo del azar. Con esa prudencia necesaria, obligada, es como se empieza. Y al final la toma en el destino elegido es lo que te hace sentirte libre del suelo hasta que decidas iniciar otro vuelo.
Vito, hombre… que hablamos de aterrizar en unos cuantos metros… Como siempre dejo muy claro lo primero es la formación adecuada. y ¡a volar!. 😉
Hacen falta alas, un motor, el piloto y…………..un campo despejado, sin cables, bancales, obstáculos, ni animales que te impidan un correcto aterrizaje de emergencia.