Hablar de un vuelo de prueba es hacerlo de todo un equipo humano que ha desarrollado un avión para construir un prototipo al que habrá que hacerle en vuelo real todo tipo de mediciones, que sirvan para detectar y corregir lo que, sobre un simulador, no haya quedado suficientemente determinado.
No sería justo destacar sólo a un grupo de personas que van a hacer esas pruebas, sino que la programación de todo lo que se tiene que comprobar en vuelo se hace con la colaboración de todos y cada uno de los departamentos de ingeniería del fabricante, de los ingenieros de motores, sistemas, etc. hasta llegar a la dirección de operaciones en vuelo para establecer, en cada uno de los vuelos que se realicen, aquel aspecto que hay que medir. Pero merece la pena leer el perfil profesional de un grupo de pilotos cuya labor es fundamental en una compañía como Airbus (military), y recordar a otros que se dedicaron a ser pilotos de pruebas.
Pero el volcán islandés ha puesto «patas arriba» todo el mundo aeronaútico conocido. El resultado de esta erupción ha sido un verdadero caos a nivel mundial, puesto que haberse visto obligados a cerrar una extensísima zona de espacio aéreo, ha provocado la total imposibilidad de volar desde o hacia el norte y centro de Europa.
Las implicaciones a futuro serán sin duda en beneficio de todos, ya que experimentar riesgos y sacar conclusiones adecuadas, es siempre lo que ha hecho aumentar la seguridad en aviación.
Pero… (y siempre poniendo peros) detrás de todo este entramado profesional se entiende que la aviación es además un elemento fundamental en la economía mundial. El transporte aéreo es ante todo un fabuloso negocio, que influye y está influído, en la economía global. Cerrar el tráfico a tan gran escala, nunca se había conocido hasta ahora (salvo en el 11 S). El efecto producido será motivo de estudios de impacto económico no sólo en las empresas aéreas sino de todos los sectores económicos. En cuanto a los trastornos personales para los que se han visto afectados por estas cancelaciones, sería interminable e imposible evaluarlos.
Así que las grandes compañías se han puesto en marcha de la única manera posible para intentar restablecer el tráfico aéreo, valorando la seguridad de hacerlo o no. Para ello han realizado diversas pruebas en vuelo real con el único objetivo de comprobar si el peligro ha pasado o todavía hay que esperar un poco más para reanudar las operaciones.
Al parecer y según informan en El Mundo y en el País, estos vuelos se han realizado sin ningún daño aparente sobre los aviones, ni los motores. Así que espero y deseo que pronto se dé por concluído este episodio tan lamentable en el que todos hemos salido perdiendo.
A los pilotos que les toque volar por la zona espero haberles «refrescado» las ideas, y sobre todo desearles felices vuelos. Incluso, y sobre todo gracias a las dudas, podemos sacar siempre buenas enseñanzas y conclusiones.