Nos están dejando elucubrar a todos los que no somos bacteriólogos. Resulta que una bacteria, tradicionalmente residente en los intestinos animales, se busca infructuosamente en toda variedad de productos hortícolas. Los pepinos españoles, las frutas y ultimamente unos miserables brotes de soja, han levantado sospechas de ser el origen de esta contaminación alimentaria masiva.
Ya sabeis que siempre dudo de las informaciones «oficiales» que se publican para general conocimiento. En este caso todavía más. Los urbanitas sabemos tan poco de cultivos que ni siquiera distinguimos una mata de patata (si no la hubiera comeríamos «chips»), de una de calabacín. Pero lo que sí sabemos es que no se debe regar con aguas contaminadas por heces animales.
Afortunadamente en Europa, las aguas residuales se suelen depurar antes de verterlas al río, por lo que no llego a entender este afán de centrarse en lo que para mí sería lo menos «probable». Si partimos de la idea de que el agua de riego está «controlada», salvo un vertido accidental o «ilegal» muy localizado en una zona, no se habría podido generar este caos tan dramático.
He pasado muchísimas semanas viviendo en ciudades alemanas, trabajando claro, y disfrutando de una gastronomía muy propia en la que nunca faltaba una buena salchicha de los muchos tipos que elaboran.
Una de mis aficiones nada más llegar era precisamente eso, comerme una gran salchicha con una «jarrita» de cerveza. En las comidas más pausadas, siempre había lugar a probar lo autóctono, codillos con chucrut, sopa de cebolla o tomate, y de postre el apfelstrudel… si no había que volar igual hasta un schnap.
No hay que ser muy «avispado» para sospechar que antes de nada, un investigador normalito, habría pensado en analizar productos animales. Sin embargo parece que nadie se ha percatado de este pequeño detalle del estilo de comer en Alemania. Es muy típico no parar a comer sentado, sino aguantar la jornada continua a base de un tentempié al mediodía en cualquier quiosco o localito abierto al exterior, en donde las salchichas, las hamburguesas, una patata asada con salsa agria, o un trozo de pizza sirven para aguantar hasta la cena en casa.
Me da la impresión de que algo no nos están diciendo, que es mejor hundir el mercado agrícola español que la industria cárnica alemana. No digo que tenga que ser así, y quizás la maldita bacteria esté en una partida de huevos. ¡Manda huevos! que diría Trillo…