Estamos inmersos de lleno en el cónclave en el que saldrá elegido el nuevo sucesor del PAPA; en Roma 115 Cardenales inspirados por el Espíritu Santo van a nombrar un nuevo Santo Padre. No es tarea fácil, pero quizás algo más natural como ser sencillamente papá, necesita de otro tipo de «ayuda» menos espiritual y más científica.
Hablaba ayer de los problemas de fertilidad masculina (y/o femenina), que generan en muchas parejas una enorme ansiedad cuando ven insatisfecho su deseo de tener hijos, y convertirse en PAPÁS. Tener un hijo es algo más que cumplir con el mandato divino de «Creced y multiplicaos». La alegría de ser padre va más allá de la mera perpetuación de la especie.
Desde el momento en que ves cómo opera el MILAGRO de la VIDA, cuando la mujer siente que un nuevo ser está dentro de ella y lo ama desde mucho antes de su concepción, es cuando percibes en plenitud el DON que hemos recibido.
Como cualquier otro don que no poseemos, la facultad de engendrar vida ya no es algo que sea imposible de lograr. En muchos casos la ciencia nos demuestra que, sin estar en contradicción con la fe religiosa, podemos conseguir ser padres a pesar de las dificultades iniciales. Los métodos de Reproducción Asistida han avanzado en la misma medida en que el deseo que nos lleva a superar cualquier dificultad nos hace ir hasta más allá de un mero límite fisiológico. Si tenemos el deseo y mantenemos la esperanza, tenemos la posibilidad de lograrlo, y ver el regalo de un bebé en el regazo, tetando y mirando fijamente a los ojos de su madre.
El hombre sencillo se sentirá como el más grande en la tierra y en el fondo de su ser sentirá que ya es padre: «ERGO PATER EGO SUM». Algún día ese ser le dirá PAPA O MAMA…