(Ilustración de El Psicólogo clínico)
Ya sé que no existen las palabrejas, pero yo también me siento con derecho a hacer el imbécil y hacer un mal uso del españo-griego-latinajo.
Estamos asistiendo a una verdadera plaga de neologismos (1. m. Vocablo, acepción o giro nuevo en una lengua) creando palabras para definir nuevos conceptos. Las sueltas en la red, después de verla en un periódico, y la dejas hacer fortuna hasta cuajar en el lenguaje pseudo-científico que pretenden construir.
Si ello se hiciera verdaderamente con un mínimo de corrección etimológica, sería una maravilla, ya que el lenguaje se enriquece y se revitaliza con cualquier palabra bien construida y se adapta a la necesidad de una manera natural. Siempre es preferible una mala palabra propia que importar directamente de otros idiomas.
Pero todo tiene un límite. En psicología cada día nos sorprenden con nuevas alteraciones de conducta, más o menos graves, a las que con buena voluntad les ponen nombres extraños para diferenciar lo que básicamente tiene la misma causa. Una filia o una fobia, sin más.
Tener FILIA hacia algo es normal, pero traspasado un punto de mera afición se convierte en una obsesión para el que la sufre. Lo mismo con un miedo, que a base de hacerse obsesivo se transforma en una FOBIA.
No hay más, señores lingüistas de salón. El sufijo griego EXIA ¡no existe! porque es un verbo, por tanto utilizarlo para construir palabras con él no sería muy correcto, por mucho que se utilice como lexema. Aún es más, me atrevería a calificar de absurda la diferenciación de nuevas variantes de lo que es un mismo problema básico y cuyo origen es una obsesión por algo, independientemente del tema concreto al que se aplique. Pero ahí entran los psicólogos a ver cómo y por qué se ha desarrollado y cuál es la mejor manera de solucionar una alteración de conducta que puede ser síntoma de otro problema latente de mayor importancia.
Así pues no me gustan términos de nuevo cuño como: Tanorexia, vigorexia, etc. Ni tampoco me atrevería a llamar al interés por conocer algo de psicología como «psicofilia». Tiempos modernos, tiempos de cambio y búsqueda, que nos llevan a crear cosas que existían ya, y a las que les queremos dar más realce de lo que en realidad son. Modas, influencias, lava-cerebros novedosos, que nos inundan el lenguaje de términos mal paridos. Menos mal que el DRAE ni se molesta en recogerlos.
Y ya puestos, habría que plantearse la Estebanexia (seguir el devenir de la Belén), Futbolexia, televidexia, blogolexia, mentirexia, imbecilexia, feisburexia, masterexia, oposirexia, etc… Allá cada cual con sus aficiones desmesuradas.
Me encuentro estudiando para un examen de psicología y me siento invadido por una ira mientras leo un texto de Ángel Rivikre, donde ocupa un vocabulario excesivamente rebuscado intentando conceptualizar sus ideas bajo palabras idiotas, hasta que buscando sus conceptos me encuentro con tu blog, que me tranquiliza al ver que no soy el único que se irrita ante tan mal uso de la gramática…
Saludos
Animo Luis, que hay mucha más gente cuidando el idioma.
Elena, jeje, muy buen comentario… igual es cosa de la botánica pero espero que te hagas alasdeplomofila. Espero que no resulte tan adictivo como la cafeína. 😉
7:00 de la mañana… la cafeína entrando por mis tubos, y yo haciemdo un trabajo de Botánica (Psicofilia, Quiropterofilia, Ornitofilia…) y me encuentro con este post.
Ummmm Placer… sonrisa… lo voy a colgar de la nevera para las generaciones futuras!!
GRACIAS