Daños colaterales del tabaco

Sé que estoy un tanto pesadito con el tema (aún no he superado la rabia que siento y la tristeza que me produce la nueva ley). No tanto por la propia ley, que considero que beneficiará a más gente que a los que va a pejudicar.

En cuanto me convierta en «fumador que no ejerce» estaré encantado de la vida, seguro que sí. Sin embargo los hosteleros modestos, casi todos ellos, van de culo con la nueva ley.

Todavía no han podido evaluar los daños que les pueda hacer, y ya andan acondicionando las aceras para que los malditos fumadores sigamos visitando sus pequeños locales y hagamos algo de gasto, que no están los tiempos como para perder clientela. Así que ya han ido colocando mamparas, toldos, estufas, todo con tal de que esta norma no les acabe dando la puntilla definitiva.

Sin embargo apenas quedan ya estufas en el mercado ante la demanda tan masiva de ellas. Pero no todos los bares podrán poner terraza, por lo que algunos se han limitado a poner ceniceros a la puerta del establecimiento. (Sólo faltaría que les denunciaran por ensuciar la acera de uso público).

Pero pronto los que se han precipitado en acondicionar la calle para uso lúdico-adicto, verán cómo viene el Perico con la rebaja. Hay que modificar ordenanzas municipales para adaptar estos nuevos espacios al uso que se les va a dar. Y por supuesto establecer la cuantía de ese «servicio». O sea que se va a revalorizar el metro cuadrado de acera hasta donde las arcas municipales consideren que  han encontrado un auténtico chollo para tapar agujeros contables.

Zaragoza en cualquier caso es una ciudad poco favorable al uso de las terrazas durante el invierno. Tenemos un viento al que nada le impide penetrar hasta los huesos, se ríe de los mamparos y de las estufas callejeras, y nos deja la sensación térmica más baja que la cuenta de un desempleado. Así que me temo que sólo con la llegada del buen tiempo se poblarán las terrazas de gente. En todo caso el humo de los cigarrillos se sumará ahora a los gases de combustión del propano y butano de las estufas (¡toma Protocolo de Kioto!), las que funcionan con infrarrojos incrementarán el gasto en electricidad de esos ¿negocios?, y ¡qué casualidad!, ahora que hace dos días que había subido el precio de dichas fuentes de energía… Como soy tan mal pensado creo que no ha sido coincidencia, y que tienen calculado el incremento porcentual de ese nuevo gasto al que se ven abocados los «terraceros».

Luego vendrán con que en la calle además no se puede beber, que los decibelios de nuestras animadas charlas superan el nivel máximo permisible en la calle. Y aquí hablamos a voz en grito. Los vecinos que necesitan descansar verán desesperados cómo nadie se calla a las puertas de los garitos, acabarán con depresión, alteraciones del sueño y aborrecidos de la vida por culpa de los fumadores. Aunque ellos estén en el balcón echando un cigarrillo ya que no pueden dormir por culpa de otros fumadores como ellos mismos.

Así que el panorama se presenta un poco triste, cuya única solución práctica es la de dejar definitivamente el tabaco y joderles el negocio a los responsables de este desbarajuste social. Dejemos el tabaco de lado, que se lo fumen los ministros en la calle. Dejemos que suban los impuestos del mismo hasta el nivel del patrón oro. No gastemos ni un miserable euro en acondicionar la calle para otros usos que no sean pasear, en calentar unos cuantos metros cúbicos de aire mientras el cierzo lo anula, en gastar más gas o electricidad, en pagar más impuestos por una silla de velador, en pagar sanciones por no cumplir con la ley antiruido, en enfrentar a unos pacíficos ciudadanos con otros por culpa de un «quítame allá esos humos».

Cada día que pasa va penetrando más en mí la idea de dejar de fumar como un acto de rebeldía ácrata. Sólo por no darles gusto a estos salteadores del ministerio de Sanidad, en connivencia con los ayuntamientos, con el de Economía, y con todo el ejecutivo en pleno que aprueba estas leyes recaudatorias enmascaradas de bondad. Hagamos huelga de malos humos y demostremos que somos un país tan civilizado que dejamos de fumar como medida de solidaridad ciudadana con todos nuestros vecinos. No les vamos a molestar con el humo, ni con el ruido, ni con vidrio en la calle. Entremos a los bares por el placer de reunirnos con los amigos sin hacer que tengan que gastarse un dineral en habilitar nuevos espacios para nosotros. Y a ver si conseguimos que las cuentas les salgan rosarios a estos leguleyos o que les salga el tiro por la culata. Si lo hiciéramos todos así seguro que acababan pidiendo a gritos que volviéramos a fumar e incluso obteníamos subvenciones para fomentar el gasto en labores de tabaco.

Acerca de Carlos

Expiloto de líneas Aéreas, aficionado a las artes: Pintura, Literatura, Música, Fotografía, con ganas de divulgar aquello que he vivido a lo largo de mi experiencia profesional y humana..

3 respuestas a “Daños colaterales del tabaco”

  1. Tengo ganas de ver los efectos que se producirán sin duda en el turismo, cuando los turistas extranjeros vengan este verano y descubran que españa ya no es la jauja del «haz lo que te de la gana que aquí no pasa nada», veremos a ver si repiten al año que viene.

  2. CSN, y mientras los «presuntos» representantes de la derecha, calladitos, esperando que maduren la uvas… como la zorra. Vaya chusma que se junta en nuestro sacrosanto hemiciclo. 🙁

  3. Tienes razón Carlos, soy de la opinión que si en los años 50 le salen a Don Claudio ministros/as de los que se estilan de hoy no duda en mandarles de inmediato el motorista por excesívamente fachas.

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