El placer de escribir

Copiando a Monet

 

Anoche me encontré con José Luis, un amigo al que hacía muchísimos años que no veía. Hicimos balance breve de nuestra vida, la de nuestros hijos, y de algún «hobby» personal al que le seguimos poniendo todavía ilusión y cariño.

Me sorprendió que se haya convertido en Luthier, y que sus guitarras surgen entre sus manos con un destinatario único al que entregarle algo tan maravilloso como un instrumento que encierra entre las maderas, amorosamente trabajadas, no sólo música, sino parte de su propia vida y su cariño.

Ambos coincidíamos en que  es muy costoso desprenderse de aquellas cosas que realizas con tanto mimo y afán y de no ser porque desde que comienzas con tu obra ya has decidido a quien va destinada, sería impensable venderla, cambiando por dinero el producto de una emoción íntima que lleva la marca de tu propia alma.

Lo podríamos llamar romanticismo, tal vez, o acaso ingenuidad, porque nos han educado en la idea de que todo lo que hacemos tiene que tener un fin al que sacarle rentabilidad. Sin embargo en nuestras laboriosas vidas, hemos relegado a lo más íntimo y casi a la clandestinidad aquello que de verdad nos produce verdadera satisfacción y placer mientras lo realizamos, sin otro objetivo que disfrutar de su propia creación.

Llevo un par de meses recuperando los pinceles, los óleos y acuarelas, y poquito a poco mi pulso y mi muñeca van descubriendo el ritmo al que la pincelada debe bailar sobre el lienzo o el papel. Los tonos adquieren de nuevo brillo, las sombras marcan un fondo sobre el que la luz volverá a engañar a nuestros ojos haciéndonos creer que el plano cobra tres dimensiones, y al final la satisfacción de ver que tu carácter queda impreso en forma de color.

Tenía muy descuidado este humilde espacio del blog, y había considerado incluso dejarlo, como tantas otras cosas, arrumbado entre el polvo que genera la desidia y el abandono. Pero mi amigo José Luis me sorprendió después de tantos años sin noticias uno del otro, al decirme que siempre había seguido mis publicaciones en el mismo, y que le gustaba cómo escribo, aunque nunca había dejado un comentario… ¡gracias!.

No os cansaré con mis excusas, con mis justificaciones para no haber escrito más en los últimos tiempos, tan sólo deciros que había equivocado los objetivos que me impulsan a escribir aquí. Otro gran amigo, Pedro, recientemente me preguntaba si estaba bien porque no veía ninguna actualización y le resultaba muy extraño…

Cuando comencé hace ya unos años a volcar mis reflexiones y vivencias en este mundo virtual, pensaba que tenía algo que decir a los demás, que quería hacerlo y que había encontrado el camino para plasmar en palabras todo aquello que nos surge del interior. Ahora creo que soy mucho más humilde que entonces, sé que no se trata de influir en nadie, de hacerle creer que lo que cuento pueda tener algún interés para ellos, pero me llena de una enorme satisfacción saber que hay algunos Pedros, algunos José Luis por ahí a los que les gusta lo que yo dejo en forma de párrafos y renglones para crear un nuevo y personal escrito. Con ello tengo más que suficiente y me enorgullece saber que, aunque esto no tenga  ninguna finalidad práctica, a algunos les pueda llegar a gustar, pero lo que sí os garantizo a todos es que al menos, siendo tan egoísta como soy, es que yo siempre que escribo lo hago con un ENORME PLACER.

Gracias amigos por ser tan generosos leyendo…

 

 

Acerca de Carlos

Expiloto de líneas Aéreas, aficionado a las artes: Pintura, Literatura, Música, Fotografía, con ganas de divulgar aquello que he vivido a lo largo de mi experiencia profesional y humana..

6 respuestas a “El placer de escribir”

  1. Vivimos tan deprisa que perdemos de vista nuestras propias sombras. Espero el próximo newsletter para no dejar de visitar ninguna entrada.
    Sayonara amigo!

  2. http://www.elmundo.es/sociedad/2015/11/04/5639bafae2704ed56f8b4619.html

    Querido Carlos:

    Siempre has sido humilde y solo el humilde puede ser seguido, que es opuesto a obedecido, incluso admirado. La sabiduría, el carácter abierto, y tantas y tantas peculiaridades buenas de las personas requieren de humildad. Tu tienes muchas y muchas personas lo sabemos.

    El enlace que te paso es relativo a una noticia muy importante. Habla de dos mujeres valientes, la del lugar de la reunión es especialmente valiente, tanto que la otra ha querido acompañarle en el riesgo que asume.

    En el siglo XV se planteó un debate intelectual de consecuencias impredecibles. Se trataba de si la mujer tenía o no alma. Hasta ese momento la sabiduría se había simbolizado con una mujer ¡Y también el Espíritu Santo!

    La simbología de la Trinidad varió y adoptó a la paloma (tal vez al pichón).

    No se cómo ayudar a esas mujeres sometidas a un yugo tan pesado y tan fatal. Aquí tenemos muchas. ¿Alguien me puede dar una pista?

    Abrazos a todos tus seguidores,

    • Gracias, Pedro, por tus palabras. Espero no «venirme» arriba con los halagos. 😉
      He leído dos veces el artículo y sorprende que esas mujeres, sin apenas medios, sean capaces de realizar algo tan importante como llevar el conocimiento a sus iguales.
      Siempre he creído que la labor de los maestros es fundamental para la sociedad y la propia vida. Somos herederos de todo aquello que nos han enseñado, y sin formación no puede haber evolución (progreso).
      Un abrazote

  3. Solamente te puedo decir que ¡ya era hora, que retomaras el blog, que se te estaba oxidando!
    Pensaba que era debido a tus viajes semanales a Madrid y posiblemente sea así, pero nos tenías muy abandonados.
    El otro día me acordé mucho de ti ya que con mi característica guasa, contaba mi viaje en avión a Berlín y decía entre otras cosas que el avión había pinchado una rueda en el camino y también que al abrir la ventanilla para comprobar si hacía frio la mano casi se me congela, ya que el termómetro marcaba 60º bajo cero.
    Un abrazo.

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